Acodo.
Algunas plantas presentan una tendencia natural a regenerarse mediante el autoacodo, es decir, formando raíces adventicias a partir de tallos que tocan el suelo.
Entre estas plantas se encuentran las del género Campsis, Hydrangea anomala subsp. petiolaris y la hiedra (hereda). Algunas forman nuevas plantas mediante acodo apical.
El acodo explota la tendencia de algunos tallos en crecimiento de producir raíces en el lugar donde se realiza una incisión, mientras aún se encuentran ligados a la planta original. Una vez enraizados, los tallos o acodos se separan de la planta madre, desarrollándose por su cuenta.
Aunque requiere bastante espacio, el acodo es una buena forma de obtener un número reducido de ejemplares nuevos con relativa fiabilidad, ya que estos son alimentados por sus progenitores hasta que enraizan.
El acodo implica, en la mayoría de los casos, inclinar el tallo hacia el suelo, como ocurre en el acodo simple y en el apodo en serpentina.
El acodo explota la tendencia de algunos tallos en crecimiento de producir raíces en el lugar donde se realiza una incisión, mientras aún se encuentran ligados a la planta original. Una vez enraizados, los tallos o acodos se separan de la planta madre, desarrollándose por su cuenta.
Aunque requiere bastante espacio, el acodo es una buena forma de obtener un número reducido de ejemplares nuevos con relativa fiabilidad, ya que estos son alimentados por sus progenitores hasta que enraizan.
El acodo implica, en la mayoría de los casos, inclinar el tallo hacia el suelo, como ocurre en el acodo simple y en el apodo en serpentina.
En el acodo subterráneo, el apodo bajo tradicional y el más complejo acodo francés, los tallos acodados también se entierran para evitar el etiolado y se podan, lo cual refuerza la energía y ayuda a crear las hormonas de crecimiento necesarias para el enraizamiento en lugares específicos de los tallos.
El acodo aéreo se utiliza con tallos que no pueden doblarse hasta el nivel del suelo; en su lugar, se coloca un medio de enraizamiento envuelto alrededor de la rama aérea.
A través de una incisión realizada la corteza, el tallo atrapa el alimento que normalmente se dirige a las raíces, consiguiendo así energía para el enraizamiento.
Órganos de reserva.
Algunas plantas poseen órganos naturales de almacenamiento de reservas que les permiten sobrevivir durante los periodos de latencia hasta que las condiciones para el desarrollo vuelven a ser favorables. Estos órganos de reserva pueden durar varios años o renovarse anualmente, y en ambos casos se trata de un proceso vegetativo de regeneración posible explotar para la producción de nuevos ejemplares.
Las especies que poseen órganos de reserva suelen denominarse colectivamente plantas bulbosas, aunque solo algunas son verdaderos bulbos.
Los bulbos son tallos comprimidos con una parte basal a partir de la cual se desarrollan raíces.
Cada bulbo contiene una yema con un vástago embrionario o una flor embrionaria completa, envuelta con una serie de hojas carnosas denominadas escamas.
En bulbos como los narcisos, los tulipanes y las cebollas, estas escamas envuelven completamente las capas inferiores; este tipo de bulbo se describe como no escamoso, y está envuelto por una cubierta semejante al papel, llamada túnica, que lo protege del daño superficial y la sequía.
Otros bulbos, como los lirios y los del género Fritillaria, producen hojas más estrechas y con escamas modificadas que no se encuentran protegidas por una túnica; se conocen como bulbos escamosos y son más sensibles a las sequías.
Los bulbos se reproducen mediante vástagos o en ocasiones mediante bulbillos subterráneos y aéreos. Lo más fácil y rápido es fragmentarlos para que se desarrollen de forma independiente.
Las plantas con bulbos pueden incrementar su número en gran cantidad mediante métodos diversos, aunque suelen ser más lentos y no siempre dan buenos resultados. Es posible dividir un bulbo en fragmentos, mediantes láminas (laminado) o en partes de escamas, cada una con una parte de la lámina basal.
Sí las condiciones son las adecuadas, es posible provocar el desarrollo de bulbillos sobre las láminas basales, a partir de las láminas o los padres de escamas. Al arrancar un bulbo escamoso del suelo, las escamas desprendidas, si se dejan en el suelo, formarán una nueva planta.
En la escamadura, las hojas transformadas en escamas se arrancan de forma deliberada para que formen bulbillos, como ocurre con el laminado y los pares de escamas.
En el caso de los jacintos, los métodos más efectivos son el vaciado y la realización de una muesca, que consiste en dañar la lámina basal, dejando un anillo externo intacto, mientras que en el de la muesca se realizan dos cortes superficiales en ángulo recto sobre la lámina basal.
Algunas plantas bulbosas producen diminutos bulbos (bulbillos subterráneos) o estructuras parecidas a bulbos (bulbillos aéreos). Estos, enraizan en el suelo o bien se arrancan para formar nuevas plantas.
Cormos.
Se forman a partir de la base subterránea del tallo. Desarrolla una especie de escamas de textura parecida al papel, así como yemas, de las cuales una a dos alcanzan la superficie. En la mayoría de los casos, el cormo se renueva cada año. Formándose en la base del tallo de la estación en curso, sobre el cormo anterior. Alrededor del cormo parental pueden formarse cormos diminutos, llamados “cormelos”, que pueden utilizarse como medio de propagación.
Rizomas.
Se desarrolla normalmente en tallos subterráneos. Bien sean estos gruesos, como en el caso de los lirios barbados. Delgados, de amplia distribución y desarrollo rápido, como el de Elymus repens. Forma de corona, como el del espárrago. Los helechos producen también una serie de estructuras rizomatosas.
Cuando el rizoma crece, con frecuencia se divide en varios segmentos, cada uno con diversas yemas que se desarrollan cuando las condiciones son favorables. Los segmentos pueden cortarse para la propagación. Algunos rizomas parecen raíces carnosas; trátelos como esquejes de raíz.
Tubérculos de raíz.
Son tallos modificados, con las mismas funciones y ciclo vital que los tubérculos de raíz, pero con un mayor número de yemas sobre gran parte de su superficie. Muchos tubérculos pueden provenir de una sola planta, como en el caso de la patata (Solanum tuberosum).
Los tubérculos de especies vivaces como Anemone coronaria aumentan su tamaño en la estación de crecimiento, produciendo hojas y flores en la parte superior, y raíces en el otro extremo o en ambos. Para propagar tubérculos de tallo, extraiga esquejes basales o corte en fragmentos.
Pseudobulbos.
Se encuentran únicamente en las orquídeas simpodiales cómo Cymbidium. Con frecuencia semejan yemas, pero en realidad son tallos gruesos que salen de un rizoma. Los pseudobulbos pueden dividirse de varias formas cortando por el rizoma.
Otros órganos de reserva. Ciertas plantas, por ejemplo, Saxifraga granulata y algunas especies del género Kalanchoe, desarrollan yemas redondeadas, parecidas a bulbos, en las axilas de los vástagos. Pueden propagarse del mismo modo que los bulbillos o los “cormelos”.