Acogida, adopción, protección de niños sin padres

Publicado el 10 octubre 2011 por Pedsocial @Pedsocial

La ausencia de los padres fue durante siglos la consecuencia habitual del fallecimiento de ambos cuando los avatares de la vida eran especialmente duros. La enorme mortalidad maternal y la corta espectativa de via hacía común que niños de corta edad se vieran privados del soporte de sus progenitores. La orfandad ha dado lugar a muchas obras literarias, algunas convertidas en clásicos como el “Oliver Twist” dickensiano.

En nuestro país, la atención a huérfanos desamparados recayó muy comunmente sobre órdenes religiosas, esencialmente las femeninas, que crearon instituciones hospiciales en muchas ciudades. En el siglo XIX los gobiernos locales, las diputaciones provinciales, asumieron por delegación del estado la beneficiencia y con ella la atención y acogida de los huérfanos. Los grandes orfanatos que acogían ciento y a veces miles (por ejemplo la Casa de la Misericordia de Bilbao) de niños en sus instalaciones.

En la segunda mitad del siglo XX, en España como también en todo el mundo occidental, la disminución gradual de la orfandad por la mejor y más larga supervivencia de los padres y los cambios en los paradigmas asistenciales, llevaron al gradual cierre de estas instituciones, que cambiaron a modelos más reducidos y funcionales, más hogares que internados y abrieron la posibilidad de fórmulas alternativas como la acogida familiar y otras. Los cambios legislativos en la protección a la infancia también han dado lugar a notables cambios que, al menos en la común creencia, han mejorado notablemente la atención de menores en situación de desamparo.

Que sin embargo un largo camino que recorrer y mucho que mejorar en esta ámbito. En el recientemente pasado XX Congreso de la SEPS, los problemas de la acogida fueron revisados en una de las mesas redondas. A destacar la intervención del Dr. Anders Hjern, experto sueco en la acogida a menores quien, y para cierta sorpresa de la audiencia confesó que, en estas materias, el avanzado país escandinavo no tiene mejores soluciones ni menos problemas que el nuestro, una prueba más de que las habas se cuencen en todas partes y de que los problemas complejos lo son para todos.

Aunque hemos dejado muy atrás los orfanatos clásicos, los problemas permanecen como permanece la precupación por la calidad de la acogida y el resultado final cuando los menores dejan de serlo y se integran en la vida adulta.

La figura de la adopción continua siendo la mejor de las alternativas. Cualquier medida, social, jurídica o política que mejore y facilite las adopciones debe ser estimulada.

Hay numerosos ejemplos de éxito: justo esta semana ha fallecido uno de los grandes genios del pasado reciente: el fundador de Apple Steve Jobs. Steve fue adoptado por sus padres a muy temprana edad. Lejos de otra cara de la moneda como, volviendo a fijarnos en Suecia, pudo ser el personaje de ficción Lisbeth Salander de la best seller trilogía “Milennium“.

El destino y futuro de los menores sin padres biológicos debe ser de atención prioritaria en una sociedad moderna.

X. Allué (Editor)