que ama y abandona,
(¡Piel pegada a los huesos ya marchitos!)"
Un acorde vacío
Si como dice Andrés, el vacíotambién es un acorde,su ritmo anafórico y su pacienciaatentan con romper nuestra ventana,y helar las pocas floresque alumbran nuestro patio.
Esa armonía salada
que ama y abandona,(¡Piel pegada a los huesos ya marchitos!)Autómata y redundante,como el letargo mudode una aguja que yace,aguarda el titubeo.Y nosotros sonreímos,forzamos resistenciaa ese sordo engranajeque atenta el equilibrio.Si, como dice Andrés, el vacío es un acorde,tendremos los huesos rotosde tanto sostenerlo.