“Los abusadores son simplemente hombres que no saben que son cobardes.”
-Antonia Hodgson.
Estamos de acuerdo que el acoso escolar no sería posible sin un agresor y una víctima. Los reflectores deben dar la misma luz al agresor que al agredido.
El perfil del abusador tiene como principales características:
Impulsividad: La impulsividad es la predisposición a reaccionar de forma inesperada, rápida, y desmedida ante una situación externa. El acosador muchas de las veces no tiene premeditado el abuso hacia la víctima, sino que lo hace por impulso, sin pensar en las consecuencias a corto y largo plazo. También se habla de una reacción desmedida, el acosador se pasa de la raya en la mayoría de sus ataques. Digamos que el acosador observa a la víctima y siente un odio repentino e irrefrenable. Después entrará en un lapsus donde perdió la voluntad para reducir el nivel de agresión.
Necesidad de dominio y poder: El abusador busca someter a la víctima hasta que logra dominarla mediante el miedo. Podemos considerar la fuerza como la herramienta para lograr el dominio y poder sobre la víctima. El abusador no descansará hasta tener a la víctima en un estado de humillación. Lo que siente el agresor cuando llega a este punto de quiebre es placer y poder. Cuidado con las malinterpretaciones: el agresor no acosa para sentir satisfacción, sino porque tiene la necesidad de hacerlo.
Inseguridad: No debemos olvidar que el agresor siente miedo, inseguridad. La máscara de acoso está hecha de una baja autoestima, necesidad de aceptación, ansiedad y un bajo autoconcepto. El niño ataca para no ser atacado, golpea porque así nadie se meterá con él, insulta porque recibirá la admiración de sus amigos, humilla porque siente poder y respeto. No es un ser malvado que merezca el rechazo social, ya que eso implicaría un círculo vicioso interminable.
Si nos metemos a la casa de un abusador, ¿qué encontraremos?
Familia disfuncional: La mayoría de los padres (no todos) de los niños abusadores son autoritarios. Dan poco afecto al niño, existe agresión física y verbal, humillación, castigos sin motivo, inflexibilidad en las reglas. No podemos esperar que un naranjo dé limones. Si siembras violencia en el niño, el niño dará violencia. Así de simple.
Entorno peligroso: Donde el niño es espectador del gran circo de violencia que se instala en su casa y el vecindario en general. Aprecia cómo pelean sus padres, cómo lo regañan y maltratan. Observa la delincuencia y actitudes delictivas en las calles. Mira en la televisión caricaturas, películas y series con violencia explícita (asesinatos, suicidios, pandillerismo, autolesiones).
Debemos apreciar el panorama completo. El abusador también es víctima, pero no en la escuela, sino en su casa, y sus abusos reflejan simple y llanamente lo que ha aprendido de su alrededor. No intentemos detener el bullying, detengamos el abuso infantil en general y el bullying desaparecerá junto con éste.