Con el reciente viaje a Grecia se ha cumplido otro de mis eternos sueños: visitar la Acrópolis. Pero no nos engañemos, la Acrópolis como una gran mayoría de monumentos arqueológicos, se visita por lo que fue y no por lo que es y según lo que uno espere le puede causar una gran decepción.Mi interés por la montaña sagrada, nació mucho antes que mi afición por los viajes. Tendría unos quince años cuando un profesor de Arte nos dio una clase magistral sobre el Partenón y el conjunto de templos de la Acrópolis. No recuerdo detalles, pero sí sus palabras emocionadas cuando nos confesó que al tener por primera vez el Partenón ante sus ojos, se dejó caer de rodillas y estalló en lágrimas. Dicho así, puede parecer exagerado, incluso ridículo, pero los sentimientos nos juegan malas pasadas y según las circunstancias es más fácil que así sea. El entusiasmo de aquel maestro a quien entonces no llegué a entender demasiado, me dejó huella y una gran curiosidad por visitar el lugar.
Detalle del friso del Partenón
Para muchos, la sola vista del Partenón justifica un viaje a Grecia. Para otros, representa una gran decepción. Al entrar al gran recinto monumental, la que se ha considerado una de las obras más bellas de la antigüedad se encuentra encarcelada entre andamios y grúas que afean enormemente su aspecto debido a unas obras de restauración que parecen eternas.
Partenón
Con el paso de los siglos, la Acrópolis ha sido destrozada y saqueada en diversas ocasiones. Ha sufrido terremotos, guerras y bombardeos, incendios y el vandalismo de ladrones. Es bien conocido y motivo de indignación, especialmente para el pueblo griego, que Lord Elgin, embajador británico en la Atenas otomana, ordenara a principios del siglo XIX el despojode la mayor parte de la decoración escultórica de los monumentos y que gracias al permiso del sultán otomano pudiera llevárselos a Inglaterra para venderlas posteriormente al Museo Británico por 35.000 libras, donde están expuestas desde el año 1939. Se arrancaron columnas, relieves y estatuas y las que no cabían en las cajas dispuestas para el transporte, se cortaban y troceaban sin ninguna compasión.Grecia está trabajando desde hace años por recuperar su patrimonio mientras que el Museo Británico sigue defendiendo su derecho a conservarlo y exponerlo. Aunque no se conoce el final, el Nuevo Museo de la Acrópolis, tiene reservada una sala para acoger los Mármoles del Partenón cuando le sean devueltos.Si a la ausencia de la decoración escultórica de los templos le añadimos los andamios de las obras, se necesita una buena dosis de imaginación para dejarse llevar hasta la época de máximo esplendor de la antigua Grecia.Iba preparada para esto y más, asumiendo que debería compartir escenario con los cientos de turistas que diariamente desembarcan en el puerto del Pireo para hacer una visita relámpago a la capital griega.
Gentío en los Propileos
Ninguno de estos inconvenientes impidió que me emocionara en el monte sagrado, consciente de estar sobre el mismo suelo que un día pisaron Sófocles y los grandes filósofos, consciente de estar ante un símbolo de lo que somos como civilización.Traducido literalmente del griego, Acrópolis significa “ciudad alta”, lugar característico no sólo de Atenas, sino de la mayoría de ciudades griegas, cuya función era defensiva además de ser la sede de los principales lugares de culto. Sin duda, la más representativa de todas es la de Atenas.La Acrópolis de Atenas se encuentra en una colina a 156 metros sobre el nivel del mar y se divisa desde la mayoría de los barrios de la capital griega. Ha dominado la ciudad durante más de 2600 años aunque se han encontrado restos arqueológicos desde antes del 6000 a.C.
Vista de la Acrópolis desde la colina de Filopapo
¿Cómo visitar la Acrópolis para evitar una decepción?
Evidentemente dependerá de las inquietudes de cada uno, pero en nuestro caso lo enfocamos de la siguiente manera y nos resultó muy gratificante. De todos modos, el orden de los factores no altera el valor del producto.
1.- Si uno quiere ver algo más que piedras debe documentarse o hacer la visita con la ayuda de un buen guía. No tan sólo en lo que se refiere a la parte artística de los monumentos sino saber “qué se cocía por allí en aquellos tiempos”, qué comían, cómo vestían, qué aficiones tenían…. Una vez in situ será mucho más fácil imaginarse la situación y entender el significado de muchos detalles.
2.- Visita al Museo de la Acrópolis. Es un complemento imprescindible (junto con una previa visita al British Museum de Londres para admirar los llamados Mármoles del Partenón, conocidos también como los Mármoles de Elgin).Caminamos por el barrio de Plaka hasta la larga avenida Dyonisiou Areopagitou donde se encuentra el nuevo Museo de la Acrópolis inaugurado en 2009, ya que el antiguo se había quedado pequeño para tanto material. Con un presupuesto de 130 millones de euros, es un edificio de moderno diseño, muy bien organizado y que, sin duda, merece la pena visitar.
Entrada al Museo de la Acrópolis
Museo de la Acrópolis
El precio es de 5€ por persona y los menores de 18 años no pagan. En sus tres plantas se exponen los restos arqueológicos de las excavaciones que se han llevado a cabo en la montaña de la Acrópolis y diferentes elementos de los templos.Desde la planta baja se accede al primer piso por una suave pendiente con el suelo transparente que permiten ver las excavaciones. Aquí se exponen principalmente piezas de cerámica y ofrendas. Me ha parecido muy interesante una especie de caja fuerte donde los fieles depositaban las monedas que ofrecían al templo. En la galería del primer piso hay una importante colección de estatuas, la mayoría de ellas ofrendas votivas a la diosa Atenea, especialmente las kore o doncellas. Tanto en el museo, como en la misma Acrópolis, nuestra hija Patrícia fue una guía excepcional y nos iba explicando las características de las piezas más importantes y muchos detalles curiosos. Pudimos contemplar las Cariátides originales, las famosas columnas con forma de mujer del Templo Erecteion de la Acrópolis ya que las que allí se encuentran son unas copias. De las seis Cariátides, sólo hay cinco y la que falta se encuentra en el Museo Británico. Antes de acceder a la última planta, hacemos un paréntesis para comer en la cafetería la cual tiene salida a una amplia terraza con unas magníficas vistas al Partenón.
Vistas de la Acrópolis desde la terraza del Museo
El cristal predomina en el edificio del Museo
Museo de la Acrópolis
Aquí tomamos nuestro primer café frappé, un delicioso vicio que ya nos acompañarían a lo largo de todo el viaje. Acabamos en la última planta dedicada exclusivamente al Partenón. Un interesantísimo audiovisual muestra desde su construcción a la complicada historia vivida a lo largo de los siglos de guerras, destrucciones y terremotos. Esta planta fue diseñada de tal manera que se encuentra alineada con el Partenón y tiene el mismo número de columnas. Muestra las esculturas, las metopas y el friso de 160 metros siguiendo el orden como se encontraban en su emplazamiento original, representando la procesión Panatenaica, donde las piezas que faltan se han substituido por réplicas de yeso. Más de la mitad del friso se encuentra en el British Museum.
3.- Subir a la Colina de Filopapos. Al salir del Museo de la Acrópolis continuamos por la avenida Dyonisiou Areopagitou en dirección a la colina de Filopapos. Diferentes senderos rodeados de pinos, olivos y encinas conducen a su parte más elevada donde se encuentra el monumento a Filopapos, el que fuera un cónsul romano en Atenas. Fue todo un acierto subir porqué las vistas sobre la Acrópolis y sobre la ciudad de Atenas son magníficas. Contemplamos una bonita puesta de sol y esperamos a que anocheciera para ver la Acrópolis iluminada. Sin duda, una de las mejores imágenes del conjunto.
Subiendo a la Colina de Filopapo. La mayoría de pavimento de la ciudad de Atenas es de mármol.
Colina de Filopapo
Puesta de sol desde la Colina de Filopapo
Vista de la ciudad
Templo de Atenea Nike
Nos sentamos sobre el fresco mármol de la escalera de los Propileos y aquí pasamos un buen rato contemplando las vistas de la ciudad y observando las curiosidades de los grupos de turistas que iban llegando.
Propileos
El siguiente Templo que se encuentra es el Erecteion, construido entre los años 420 y 406 a.C. Es un templo jónico levantado en el lugar más sagrado de la Acrópolis, donde la diosa Atenea hizo florecer el primer olivo de las tierras griegas y donde Poseidón golpeó el suelo con su tridente. Aquí se rendía culto a Poseidón, a Atenea y a Erecteo, el mítico rey de Atenas. La zona más llamativa es la cubierta de la galería sur, sostenida por las famosas seis columnas Cariátides, copias de las originales. El Templo está completamente restaurado y no tiene andamios que lo desmerezcan, por lo que resulta quizás el más atractivo.
Erecteion
Partenón
Rodeado de andamios, es difícil buscar un lugar para sacar una foto decente. Al igual que el resto de templos, está construido en mármol pentélico, extraído del Monte del mismo nombre, situado al noreste de Atenas. Se caracteriza por tener una blancura uniforme y un ligero matiz que le da un tono dorado con la luz del sol. La antigua cantera, está protegida por el gobierno y se utiliza exclusivamente para material destinado a la restauración de la Acrópolis.
Vista del Ágora desde la Acrópolis
Templo de Zeus Olímpico y Arco de Adriano
Ágora romana
Edificio del Parlamento en la Plaza Syntagma
Barrio de Plaka
Monte Licabeto y Atenas a sus pies
Museo de la Acrópolis y Teatro de Dionisio
Para completar el recorrido por la Grecia clásica nos queda el Ágora antigua y el Teatro de Dioniso, pero si uno desea proseguir el viaje en la máquina del tiempo y desea apearse en la siguiente estación, puede avanzar unos siglos hasta la época en que Atenas estaba bajo dominación romana y dar un paseo por el Ágora romana, el Templo de Zeus Olímpico o la Biblioteca de Adriano. Para todos los gustos.
Ágora antigua
Vista de la Acrópolis desde el Ágora
Templo de Hefesto en el Ágora
Teatro de Dionisio
Teatro de Dionisio
Teatro de Dionisio