Lo que te digas a ti mismo antes de hacer algo que no te resulte sencillo condicionará tus resultados. oh, sí. Así estamos de positivos. Casi gran parte de tus logros dependen de tu actitud. Lo demás, se lo dejamos al azar, que también tiene derecho. Por mucho que le demos más vuelta a lo evidente, la actitud puede ser en ocasiones mucho más valiosa que la aptitud. La inteligencia en sí sólo es inteligencia. La actitud en sí, mueve montañas. Probablemente no piensen lo mismo. Uno no puede tener la razón siempre ni ser el guardián de las verdades efímeras e indelebles de los conceptos sociales. No obstante, una gran actitud combinada con una gran aptitud derrumba murallas; y al mismo tiempo una gran aptitud puede hacerte feliz, a pesar de no derrumbar murallas ni mover montañas. Sin embargo, para tener algo de paz interior es necesario un poco actitud al menos. Y una dosis de aptitud no viene mal. Al revés, es algo más frágil la felicidad que pueda alcanzarse. No obstante, la felicidad por actitud sucumbe cuando ésta cambia, lo cual te esclaviza ante tu conducta, y la esclavitud no tiene nada que ver con la felicidad. Creer que uno es feliz no hace que uno sea feliz, aunque puede que ayude algo. La felicidad en sí misma es insondable me temo. Y tanto la actitud como la aptitud nos sirven de guía para alumbrarnos en su propia profundidad. Sólo falta establecer los porcentanjes de ambas en la ecuación y las compensaciones psicológicas que de cada una de ellas se establecen. Todo lo demás son opiniones y devagaciones que acotan la realidad de que la felicidad es un hecho variable, lo que no ayuda a la hora de discernir la superioridad de la actitud frente a la aptitud ni viceversa; asimismo como nos lleva a pensar que tal superioridad tenga un dependencia puntual y referida a un tiempo concreto. La importancia de la actitud o la aptitudad estaría así dentro de un concepto de variabilidad proporcional al grado de felicidad estimado.