Puestos a pensar sobre la influencia de lo libertario en nuestras relaciones sexo afectivas obtenemos una ya muy desdibujada idea sobre el concepto del amor libre, que en la actualidad apenas obtiene eco incluso entre los anarquistas mas recalcitrantes.Si bien es verdad que desde sus inicios hasta ahora, algunas teorías sexo relacionales como el poliamor o la anarquía relacional han hecho algunos intentos de estructurar el amor libre, sigue chirriando un tanto la sensación de que embarcados en esta dinámica de parejas abiertas, gran energía y espacio mental está destinado al paliativo del sufrimiento por los celos, como traducción del dolor que supone el hecho de compartir de forma mas o menos voluntaria al objeto de nuestros deseos con segundas o terceras personas.Paliativo relativo, si tenemos en cuenta que la reducción del dolor se consigue mediante una política de pactos que recuerda bastante a las reglas impositivas de la pareja patriarcal, heteronormativa tradicional: Si estamos juntos no tocarás a otras/os. En el poliamor. si estamos juntos, tu serás mi primera pareja, los jueves veré a la segunda, y a la tercera le daré menos besos que a ti (un suponer).El principal problema de tal dinámica es que se limita a organizar los tiempos y las dedicaciones mediante pactos en un inútil intento de poner puertas al campo en el campo de los afectos, sin tener en cuenta que el principal factor que origina los celos es el sentido de la propiedad sobre el objeto amado, el sentido de exclusividad que como propiedad individual adquiere entre la interminable lista de nuestras propiedades; Convirtiendo esta relación (entre las de amigos, de trabajo, de familia...) en LA RELACION. En este sentido, el campo sexo afectivo se encuentra completamente contaminado por el concepto de propiedad privada propio de la dinámica capitalista de "acaparamiento" y consecuente exclusividad sobre lo acaparado.Es entonces cuando el hecho de compartir se torna doloroso, ya que dentro de la dinámica capitalista, los objetos de nuestras relaciones sexo afectivas se vuelven nuestros e "incompartibles". Podríamos hacer un ejercicio de imaginación, intentando extrapolar los modos en que discurren las diferentes relaciones que manejamos, de trabajo, de amigos, familiares...aplicándoles la normativa que rige la pareja tradicional: Si solo pudiéramos tener un amigo en exclusividad, en cuanto a tiempos de dedicación, afectos, etc. automáticamente salta a la vista la relación tan aberrante que supondría. Y, por supuesto, como nos nos sentimos dueños de nuestros amigos, fluimos con ellos sin celos, ni necesidad de exclusividad, ni miedo a la soledad o al abandono, compartiendo con ellos el tiempo que libremente queremos dedicar en la búsqueda de nuestra felicidad.Si fuéramos capaces de erradicar de nuestras relaciones sexo afectivas el sentimiento de propiedad privada y exclusividad que la dinámica capitalista le confiere, y extrapoláramos nuestras dinámicas amistosas a las relaciones de pareja, automáticamente se ampliarían nuestras posibilidades sexuales y afectivas, y podríamos satisfacer aquellas que sistemáticamente se han prohibido o se han vivido con dolor.Llegados a este punto, podríamos empezar a considerar como una forma de activismo el abordaje de estas cuestiones en nuestra cotidianidad sexo afectiva, entendida como una forma de recuperación que la naturaleza del capitalismo nos ha robado en favor de estructuras relacionales que lo fortalecen, al igual que lo concerniente al decrecimiento, las actividades autotélicas, como formatos activistas para no atender la estructura que el sistema capitalista nos propone, generando otros planteamientos aplicados en lo cotidiano para ir recuperando una parcela mas en nuestro trabajo de autoconstrucción como sujetos.