Comienza el espectáculo, y el espectador se dispone a disfrutar de unos minutos cargados de emociones.
Comienza el espectáculo, y nuestros integrales están preparados detrás del telón para dar lo mejor de sí mismos.
Y... Comienza en espectáculo, y ellos siguen ahí, pero el público no los ven, no ven a los que, detrás de las telas del escenario contienen la respiración los 60 minutos de representación para que todo fluya. No ven el trabajo previo a escena, cuando se forja todo para que nuestro Mago Piticó diga las palabras: "... la magia comenzó."
Y esta parte que no se ve, es la que hace posible que nuestros integrales e integralas estén preparados para actuar. Pero... ¿Solo para actuar? NO, también, y no menos importante, les ayuda a comprender sus capacidades y limitaciones para revalorarse y recuperar su autoestima y el sentido de la vida. Es la parte activa que trabaja las habilidades sociales de relación y comunicación, que solo se aprenden interactuando. Es la parte que proporciona esas secuencias de comportamientos que crean encuentros concretos, que a través de la observación y la experiencia se almacenan en la memoria para luego poder ser recuperados y utilizados en situaciones nuevas. Es la parte que les ayuda a realizarse como personas con capacidad.
Y esta doble cara de nuestro trabajo, en nuestro caso, se hace efectiva cuando te rodeas de un equipo de personas que dedican sus conocimientos, su tiempo, sus habilidades, su paciencia, su alegría, su TRABAJO con mayúsculas. Personas que, tras un día muy largo y complicado, se suben en el autobús de regreso a casa con una sonrisa de oreja a oreja, manteniendo "el tipo" hasta el último minuto. Un equipo de personas que están delante o detrás del escenario, pero que sin ellas, poder cumplir con nuestra tarea, no sería posible.