“Es inmensa, sí, tu huella de carbono (que se mide en unidades de masa de CO2), y también es inmensa la mía y la de casi todos los habitantes de este planeta. Aunque es mucho más pequeña la huella de los habitantes de zonas rurales, especialmente si tienen acceso limitado a productos y servicios modernos.”.
Blog La Ecocosmopolita
“Hay que asumir la propia fragilidad, y para eso hay que ser fuerte”.
Ángel Gabilondo
Otras de las actualizaciones, clásica por insistente, se lleva el premio touchingballs: ¡Java! Y mira que son poca cosa, hasta parecen de broma. Raro es el encendido sin un letrerín incitando a ponerte al día. Por lo visto es super-importante; Java es una cosa que llevan no sé cuántos millones de dispositivos, karaokes y abuelitas con marcapasos. Qué miedo da negarse. Conocí a una chica muy valiente, una muchacha suicida… que decidió renunciar al “Aceptar”. Sigue viva, y hasta su ordenador funciona, aunque temo que un programador Java junior llamará a un gordo Java senior, y la obligarán a jugar al Candy Crush con la lengua.
Porque de eso se trata ahora, de actualizar, de tener la última versión de lo que sea (persona, animal o cosa). La contaminación de apdeizarse soluciona, como los antiguos jarabes milagrosos, todo tipo de dolencias invisibles. Y con las últimas actualizaciones llegarán las mejoras, los parches de seguridad, la seguridad de lo intangible. Visualizad un mundo, no tan remoto, en el que un profesor no pueda dar clase porque la página esté cargando el servidor; un abuelo que deje de relatar a sus nietos hasta que llegue el update de la inspiración. Una pareja que formatee una relación, todo porque los módulos de compatibilidad se retrasan. Quizá ya estamos casi en ello; vivimos tan al día que ya no sabemos si nos estamos actualizando, o simplemente borrando la memoria.