(*) Economista, presidenta de la Comisión de Política Interior del Consejo Legislativo del Estado Bolívar (CLEB).
*Morella Cordero Felizzola
No cabe duda que la vasta experiencia adquirida por los EE.UU durante el siglo XX en materia de conspiraciones y golpes de Estado va “in crescendo”. Ya quedaron atrás aquellos golpes de Estado en América Latina donde asesinaban a un presidente y luego colocaban a un gorila con bota militar –verbigracia Pinochet en Chile-. En América Latina es ya muy común decir que “el único lugar en este continente donde no hay un golpe de estado es Estados Unidos, porque allí no hay embajada estadounidense”.
En Venezuela tenemos 12 años afrontando conspiraciones e intentos de golpe de Estado continuamente, esto le ha servido al gobierno estadounidense para ensayar y perfeccionar toda clase de conspiraciones, pero al mismo tiempo esto le ha sido de gran provecho al presidente Chávez para adquirir esa misma vasta experiencia, quien junto a Fidel Castro me atrevería a decir sin temor a errar que han sido los gobiernos mas asediados por los EE.UU.
En artículos anteriores he expresado diferentes etapas de la conspiración en nuestro país tales como sabotaje económico, conflagración mediática, guarimbas, huelgas patronales, etc. Nuestro país ha sido víctima del ingenio estadounidense, así como las tecnologías que van en ascenso, con las formas de poner en práctica golpes de Estado sucede lo mismo, máxime viniendo del país con más desarrollo del mundo, desarrollo éste gracias a la expoliación de recursos a los países del “tercer mundo”.
El domingo 12 de junio se generó un motín en la cárcel de “El Rodeo I”, desencadenando una serie de acontecimientos trágicos para el país, luego comenzó una operación de desarme por parte de los organismos competentes –MPPRIJ y FANB- en la cual se incautó: fusiles, escopetas, pistolas de diferentes calibres, 5 mil cartuchos de fusil, 100 celulares, además de unos 12 kilos de marihuana y 45 kilos de cocaína que fueron pasados a la Fiscalía.
Todos nos preguntamos ¿de dónde sale tal cantidad de armas, si en nuestro país hay un riguroso control por parte del Estado en la venta de armas?, ¿acaso entra por las fronteras? Podríamos decir que hay una gran posibilidad de que sea así, considerando que el estado Zulia y el estado Táchira -que son estados fronterizos- se encuentran en manos de gobernadores opositores furibundos al presidente Chávez, tanto que hasta han asomado la idea de la separación de sus estados de Venezuela -además que aspiran a la presidencia en el 2012-.
Si analizamos la situación de México, donde el nivel de violencia por tráfico de drogas ha alcanzado límites inimaginables, de hecho el presidente de México Felipe Calderón dijo en su visita a los EE.UU.El 2 de marzo del corriente que “la prohibición para vender armas de asalto en Estados Unidos expiró en 2004, y pueden ver como claramente la violencia empezó a crecer en México desde 2005 y por supuesto que tomó una espiral hacia arriba durante estos últimos seis años”, es decir, están siendo penetrados a través de su frontera por el tráfico de armas desde EE.UU. en donde no existe ningún tipo de control en esta materia.
Otra situación digna de análisis es la ocurrida el 14 de febrero del presente en Argentina, por el decomiso de una carga trasladada a ese país por un avión de la Fuerza Aérea estadounidense y no declarada oportunamente, en la misma se encontraban armas, material para interceptar comunicaciones, varios GPS de una alta sofisticación que revelaba gran potencia, elementos tecnológicos conteniendo códigos encriptados, así como un baúl completo con drogas psicotrópicas.
Estas dos situaciones vividas en dos países latinoamericanos distintos, deben servir para la reflexión de los lectores y del país completo, acerca de la posibilidad que por vía de las fronteras, o vía valija diplomática pudiéramos estar siendo víctimas de la exacerbación de la violencia en todo el país y por supuesto en las cárceles, donde el ocio y las mafias internas y externas están lucrándose con la tragedia de los privados de libertad.