La cosa es que, aunque era junio, allí hacía un biruji tela y mi vestido veraniego no supo reponder, así que esta semana he andado medio pocha y hasta hoy no hemos podido echar mano a los pinceles Little y yo.
Ultimamente he leído en diferentes sitios el efecto de la sal sobre la acuarela y tenía ganas de probar, siempre buscando excusas para sacar las acuarelas, esta era una actividad perfecta para jugar con los colores y las texturas.
Yo tengo que decir que he sufrido especialmente por un pincel que tengo desde los 18 años y al que mi hija ha tratado un poco regular. Me gusta compartir mis cosas con ella pero casi siempre me "entra ansiedad" de ver como las usa (pero qué le voy a decir, tiene tres años).
Ana ha disfrutado mucho dejando volar su imaginación: ¡mira mamá el mar!, ¡esto es una playa!, ¡y esto una caca de perro! (si, si... la cosa pintaba bucólica pero Ana se encargó de poner el toque macarra).
Esta manualidad se la dedicamos a los abuelos "chatos", Ana pregunta cada día por ellos y ya que están en Galicia estos dibujos de agua y sal les vienen que ni pintados.
A mi, como siempre, sólo me queda animaros a que hagáis este tipo de cosas con vuestros hijos, sobris o nietos... te lo pasas pipa.
See you later alligator!