La impresión que produce el panorama es que ninguna de esas urgencias mencionadas parece ser lo suficientemente apremiante como para acelerar la marcha y dejar de arrastrar los pies en la búsqueda de un gobierno. Está a punto de cumplirse un mes desde las elecciones y lo único que ha pasado durante este tiempo es que se han constituido el Congreso y el Senado y eso porque el plazo lo establece la Constitución; de no ser así tengo mis dudas de que se hubiera iniciado ayer la XII Legislatura. Al golpito, con la mayor pachorra del mundo, el rey se toma ahora unos cuantos días antes de repetir la próxima semana - quién sabe cuándo - el cada vez menos edificante espectáculo de los portavoces políticos pasando por La Zarzuela para decir las habituales naderías de las que ya empezamos a estar más que servidos. Después del remedo de negociaciones de la semana pasada, nada se sabe de nuevas fechas para seguir negociando ni de propuestas de diálogo claras, concretas y precisas por parte de nadie con posibilidad de sacarnos de este marasmo.
Todo sigue consistiendo en procurar desviar la atención mediática, jugar al despiste, hacer política en el peor sentido del término y responsabilizar a los otros de la falta de acuerdo mientras pasa el tiempo. ¿No es como para estar realmente indignados y exigir que acabe de una vez esta nueva ración de postureo y politiqueo que nos están endosando? La casta política de este país - sí, casta, con todas las letras - está dándonos a los ciudadanos una lección de irresponsabilidad que no nos merecemos. Su cortedad de miras, su mirar por lo suyo y no por lo de todos, sus antipatías personales y su falta de generosidad están arrastrando al país a uno de los episodios políticos más decepcionantes de la democracia. Ya vale, ya está bien, hemos tenido más que suficiente y ya sabemos de qué pie cojea cada uno: es hora de una vez de ponerse de acuerdo o de irse a casa. Tal vez si lo hubieran hecho en su momento los que se han dedicado a sestear "porque yo lo valgo" o a trazar líneas rojas otro sería el panorama actual.