Dª Ada Colau ha acusado a la ministra Mato de exterminio encubierto, como si nada, y ahí ha parado la cosa. Pocas fechas antes, se alegraba del fallecimiento del Sr. Botín y afirmaba no hberle perdonado por los desmanes y abusos cometidos contra “el pueblo”. La Sra. Colau tiene una neurosis obsesiva, una fijación enfermiza contra el capital, cuando no es el propio, contra la economía de mercado, los medios, el enemigo invisible de “los mercados” y, haciendo ejercicio de su libertad de expresión, se manifiesta en los términos textuales que se reprodujeron antes. Si alguien con una idea política conservadora hubiese hablado de extermino o manifestado su alegría por la muerte de un abertzale, por ejemplo, no faltaría el alzamiento unísono del progesismo militante contra la barbarie, la derecha decinomónica y carpetovetónica y todas las lindezas habituales en estos casos. En más de una ocasión expresé en este espacio que ni siquiera los muertos son iguales, y este es el caso: La derecha asesina, la izquierda hace revolución y termina convirtiéndola en efeméride. Así es la vida.