La vida es más extensa que el poema. A veces el poema parece que devora y regurgita todo lo que en la vida hay de vivo. Solo está vivo lo que muere. La lengua chispeante, el rubor de las palabras, la alegría de decir. La poesía es la nobleza de los pueblos. Su verdadera alcurnia. No es posible vivir sin más palabras. ¿Cuáles son las preguntas verdaderas? Ya lo sabes: quién, qué, por qué, de dónde, a dónde. Aunque aquí ya sólo importe el cómo. Tan sólo la vida es lo que importa. La vida son acciones, reacciones, mecanismos, ajustes, distancias, contrapesos, sensaciones: el pozo de la mente, el agua al fondo, la roldana del pensamiento, la soga de palabras. Como un dibujo minucioso salido de la mano de Leonardo. Un mundo puramente imaginario carecería por completo de interés. Un mundo sin imaginación no se refleja en los espejos. Pensamos que la vida se sienta a nuestro lado en un banco del parque cuando a lo lejos suena una campana. No sabemos apenas qué queremos decir con las palabras. Lo decimos a falta de otra cosa. Tal vez por mera ausencia. O en un supremo esfuerzo por vivir. Ser a la vez moderno y póstumo: puede que ahí haya una salida. Se hacen preguntas para poder hacer preguntas. Y cuando ya no sea necesario hacer preguntas, esa será la pregunta. Ay, esa condición de guantes reversibles en que a menudo se enfundan las ideas. Y esas ideas de ida y vuelta en que tantas veces se demoran las palabras. La vida, la poesía: son la misma cosa, dos nombres de una sola realidad. Y la mentira irremplazable y tal vez irrompible del sentimiento. ¿De qué otra forma podemos decirnos la verdad? Sin olvidar los motivos de la mente, esa demente. En mitad del silencio de la noche, una hermosa metáfora puede ser una fuente o un rastro de luz. Se canta lo que se puede. Para amar de verdad la poesía hay que curarse en salud. Sentir con el cerebro es lo mismo que pensar con el corazón. La gracia siempre está en los detalles. También el universo. La poesía es un lazo fraternal. Hace posible el mito inalcanzable del mundo compartido. El que quiere volar siempre encuentra alas. La poesía es la gran invención. Y no es verdad que todo esté inventado: es más sabio comprender que todo está por inventar. Tal vez por eso nos gusta tanto el mundo. Aunque a veces creamos que es inhóspito y contrario. Es muy probable que todas las mentes sean una. Pensarlo es una suerte de equilibrio. El ritmo de los pueblos son los ritos. Los ciclos nos acogen siempre a todos. Solo un poema hay: el de la vida.
La vida es más extensa que el poema. A veces el poema parece que devora y regurgita todo lo que en la vida hay de vivo. Solo está vivo lo que muere. La lengua chispeante, el rubor de las palabras, la alegría de decir. La poesía es la nobleza de los pueblos. Su verdadera alcurnia. No es posible vivir sin más palabras. ¿Cuáles son las preguntas verdaderas? Ya lo sabes: quién, qué, por qué, de dónde, a dónde. Aunque aquí ya sólo importe el cómo. Tan sólo la vida es lo que importa. La vida son acciones, reacciones, mecanismos, ajustes, distancias, contrapesos, sensaciones: el pozo de la mente, el agua al fondo, la roldana del pensamiento, la soga de palabras. Como un dibujo minucioso salido de la mano de Leonardo. Un mundo puramente imaginario carecería por completo de interés. Un mundo sin imaginación no se refleja en los espejos. Pensamos que la vida se sienta a nuestro lado en un banco del parque cuando a lo lejos suena una campana. No sabemos apenas qué queremos decir con las palabras. Lo decimos a falta de otra cosa. Tal vez por mera ausencia. O en un supremo esfuerzo por vivir. Ser a la vez moderno y póstumo: puede que ahí haya una salida. Se hacen preguntas para poder hacer preguntas. Y cuando ya no sea necesario hacer preguntas, esa será la pregunta. Ay, esa condición de guantes reversibles en que a menudo se enfundan las ideas. Y esas ideas de ida y vuelta en que tantas veces se demoran las palabras. La vida, la poesía: son la misma cosa, dos nombres de una sola realidad. Y la mentira irremplazable y tal vez irrompible del sentimiento. ¿De qué otra forma podemos decirnos la verdad? Sin olvidar los motivos de la mente, esa demente. En mitad del silencio de la noche, una hermosa metáfora puede ser una fuente o un rastro de luz. Se canta lo que se puede. Para amar de verdad la poesía hay que curarse en salud. Sentir con el cerebro es lo mismo que pensar con el corazón. La gracia siempre está en los detalles. También el universo. La poesía es un lazo fraternal. Hace posible el mito inalcanzable del mundo compartido. El que quiere volar siempre encuentra alas. La poesía es la gran invención. Y no es verdad que todo esté inventado: es más sabio comprender que todo está por inventar. Tal vez por eso nos gusta tanto el mundo. Aunque a veces creamos que es inhóspito y contrario. Es muy probable que todas las mentes sean una. Pensarlo es una suerte de equilibrio. El ritmo de los pueblos son los ritos. Los ciclos nos acogen siempre a todos. Solo un poema hay: el de la vida.