Vivimos en una época que se podría definir como AdI y DdI [Antes/Después del Internet]; muchos de nosotros crecimos con la popularización de la Red, los Smartphone y la democratización de la PC, otros tantos han sido testigos de su nacimiento y desarrollo mientras que otro -gran- grupo [adolescentes, niños] han conocido el/su mundo con Internet y pantallas táctiles siendo parte natural del ecosistema, lo ven tan normal como para la mayoría de nosotros es la electricidad. Esto ha llevado a que nos estemos enfrentando a diversas maneras de ver, entender e interactuar con nuestro entorno. Siempre ha habido choques culturales entre generaciones pero la revolución que implica estar conectados con el mundo, a toda hora, a un clic de distancia y desde la palma de la mano, es algo que nunca había sido visto. Una de las cosas que la interconexión ha llevado es a cambiar -evolucionar más bien- la manera y forma en cómo nos comunicamos.Aún cuando existía el teléfono -tradicional, el fijo- o con los inicios de la revolución móvil -cuando éste no era "inteligente"- se premiaba el contacto cara-a-cara, o inclusive si no se podía se optaba por descolgar el dispositivo y llamar por teléfono. Estar en una reunión pendiente de otra cosa que no fuera la charla [obviando que no se estuviese frente al televisor] era considerado falta de respeto, una grosería... pero las cosas están cambiando. Para aterrizar las ideas de éste artículo, me sirvieron sin querer dos artículos con ópticas muy distintas [fueron publicados en el mes de agosto, del dos mil quince] que me ayudaron, junto a una serie de experimentos que fui realizando, a tener una perspectiva más amplia sobre lo que quiero plantear. El primero de ellos, aunque el último de los dos cronológicamente, fue publicado en el blog de contenido católico Aleteia, y aborda la decadencia del "Arte de Conversar".Toda la publicación gira en torno a la importancia de que los tutores/padres/cuidadores mantengan un vínculo-contacto directo con los niños, que la tendencia de mirar al móvil y el estar pendiente a cada momento de las actualizaciones de las diferentes Apps se desencante en favor de poner atención al menor y así favorecer su adecuado desarrollo psico-social pero pese a versar sobre ésa línea sí hace una crítica interesante al cómo nos comunicamos, ya no a la cara, y por ende, refiere, se pierde el "interesarse" por los otros ocasionando una laceración importante en el "arte de conversar". Por su parte en el otro artículo que referiré, de Enrique Dans -especialista en temas de Internet [que, de paso, recomiendo bastante seguir]-, se plantea el cómo el smartphone está cambiando las pautas sociales. Él aborda la comunicación en general aludiendo a que existe una -cito textualmente- lucha generacional a la hora de interpretar la conversación y sus prioridades, alejados de un marco de tiempo o espacio. Explico. Una generación, los menores de veinticinco años [en dos mil quince], ve totalmente normal la relación entre ellos aunque éstos no interactuén directamente [a la cara] pese a estar en el mismo sitio; es decir, mirar el móvil mientras otros hablan o ignorarse entre sí mientras realizan algo en su dispositivo.La otra generación, los mayores de veinticinco, rechazan cualquier comunicación que no sea mediante los códigos habituales cuando comparten con alguien el mismo lugar [cara a cara] y entienden la mensajería instantánea como una conversación de salutación y despedida; cosa que detallo más delante. ¿Realmente estamos, como especie, destruyendo el "arte" de conversar? Primero, y creo que ésto nos dará una gran respuesta, definamos la palabra: Es hablar [una persona] con otra sobre algo alternando los turnos de palabra; dialogar es su sinónimo. La palabra, de origen latino, se interpreta como "vivir habitualmente en un lugar".
comunicación, smartphone y comunicación, conversar, arte de conversar, jóvenes y adultos conversarLa imagen que encabeza el artículo la obtuve en Mi Huella Es.Gracias por leer y seguir al bLog de miguE.