Brian estaba en la mitad de sus vacaciones, a mediados de enero pasado, cuando a su casa le llegó el telegrama de despido. Este técnico informático, de 29 años, trabajaba desde hacía seis en Banghó y sabía que su empleo estaba amenazado, aunque no se imaginaba que los tiempos se acelerarían.
El Gobierno había anticipado, en octubre de 2016, que a partir del 1º de abril de este año eliminaría el arancel a la importación de computadoras, notebooks y tablets -del 35%- para forzar una baja de precios. Desde ese momento, los fabricantes locales advirtieron que la medida los obligaría a dejar de armar varios modelos y que miles de personas perderían su empleo.
En Banghó, ensambladora de PC, notebooks y tablets, le habían dicho a Brian que hasta marzo podía estar tranquilo y que luego "se vería", pero, por alguna razón, todo se precipitó. Lo que siguió llegó a los medios: protestas y toma de la planta de Florida, en el partido de Vicente López, por parte de sus trabajadores.
Nueve meses más tarde, Brian es desarrollador de software en Accenture, la firma de consultoría y servicios corporativos, y está contento. Entró allí gracias a una selección de personal facilitada por el programa de transformación productiva que ideó el Ministerio de Producción para ayudar a empresas con problemas a adaptarse al cambio en las reglas de juego.
Pero no fue sencillo. Su caso refleja los claroscuros del proceso de reconversión de éste y otros sectores. Hubo varias compañías interesadas en contratar al joven técnico, pero, por la situación de vulnerabilidad en la que había quedado el personal de Banghó, las ofertas salariales no eran atractivas. "Me ofrecían sueldos bajos o puestos de menor calificación", recuerda.
Son varias las empresas que evitaron su desaparición encontrando nuevos nichos de negocios e importando parte de lo que antes ensamblaban en el país, favorecidas por una enorme demanda del Estado a través de planes como Conectar Igualdad y protegidas de la competencia externa por el cepo cambiario y las declaraciones juradas anticipadas de importación (DJAI). Aunque más acotado en su versión actual, el plan de provisión a las escuelas sigue siendo un salvavidas para muchas.
Banghó, por ejemplo, dejó de armar notebooks, tablets y all in one y ahora las trae como producto terminado desde China. En su planta sólo sigue ensamblando computadoras personales. "El modelo industrial me gustaba, pero hoy hay reglas de juego con cero arancel y ninguna industria argentina puede mantenerse así, por eso habrá que reconfigurar", dice Pablo Suaya, presidente de PC Arts, dueña de la marca. "No cambiamos de rubro; mantenemos la apuesta por Banghó. El primer semestre fue un poco revuelto por la reestructuración, pero en este segundo semestre habrá varios lanzamientos de productos", agrega. Claro que hubo un alto costo en personal. En el mejor momento trabajaban en la compañía unas 900 personas; hace un año, 630, y, actualmente, 370.
Baja de precios
En el Gobierno ponen el acento en los aspectos positivos de la iniciativa. Afirman que se cumplió el objetivo de bajar los precios al consumidor de lo que hoy es un insumo básico de la economía del siglo XXI, que los casos de pérdida de empleo son menos de 1000 y que se atienden mediante el programa de transformación productiva.
"La eliminación de aranceles hizo caer los precios de las computadoras, crecer las ventas y mejorar la tecnología", enumeran en la Secretaría de Transformación Productiva, que conduce Lucio Castro. Los números que manejan indican que si se compara julio de 2016 contra el mismo mes de este año los precios bajaron 16% en pesos y 28% en dólares, con un valor promedio de $ 9848. En el mismo período, las unidades vendidas aumentaron 77%, mientras que en el primer semestre de 2017 las ventas se incrementaron 58% respecto del primer semestre de 2016, con una mejora tecnológica.
Y nombran casos exitosos de reconversión. Entre ellos, Grupo Núcleo, una firma de Mar del Plata con 200 empleados y una línea de producción en Parque Patricios. Aseguran que sigue ensamblando PC como antes, pero que además desarrollaron productos tecnológicos vinculados con la educación y la seguridad, además de incorporar una línea de audio e iluminación. Otro caso es Air Computers, una empresa rosarina. Según datos de la Secretaría, se dedicaba al ensamblado de computadoras y reorientó su modelo de negocios a la prestación de servicio técnico. Tiene 360 empleados, la misma cantidad que en 2016, y prevé incorporar más personal.
Pero ¿qué pasó con el tema más polémico, el reemplazo del ensamblado local por productos importados? La Aduana dejó de publicar los datos de importación del rubro en julio y dicen que es porque el Gobierno está por cambiar la forma de divulgarlos. A cambio, el sector privado tiene sus estimaciones.
Según Carlos Scimone, presidente de la Cámara Argentina de Máquinas de Oficinas Comerciales y Afines, este año se venderán en total en el mercado argentino unos 4 millones de equipos (PC de escritorio, notebooks, tablets y otros), de los cuales sólo 1,2 millones serán de fabricación nacional. El resto vendrá del exterior. Hace seis años, en el pico de consumo, se vendieron en total 4,9 millones, de los cuales casi 3,4 millones fueron nacionales.
Respecto de la reconversión productiva, Scimone dice que "muchos están encaminados", aunque advirtió que los empleos perdidos, que con esfuerzo se están regenerando en otros sectores, son sólo los que correspondían a los afiliados a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). "Esto nos costó 6000 puestos de trabajo en el comercio. Las pymes del interior, que eran unas 3500, fueron las más golpeadas por las compras en Paraguay y Chile, por la baja de aranceles y por otros factores; empresas que tenían de cinco a 12 personas y recibían las piezas para el ensamblado. Ahora algunas se las rebuscan con servicio de mantenimiento técnico."
El directivo hace su balance. "Si uno compara los precios de las computadoras con los de agosto de 2016 son los mismos, es decir, bajaron 25% en términos reales; siguen un 30% o un 40% arriba de los precios de Chile y Brasil, pero antes la brecha era del 70%. La diferencia ahora es por los impuestos, pero todo tiene sus pro y sus contra."
"No hay sectores inviables; ayudaremos a todos los que lo necesiten", insisten en Producción. Una promesa para un universo muy amplio en un país con evidentes problemas de competitividad.
Fuente: lanacion.com
Recopilación de noticias por Martin Eraso