Addio, Tony

Publicado el 21 junio 2013 por Icreadas @icreadas

Muchos nos despertamos ayer leyendo la noticia de la muerte del actor norteamericano James Gandolfini, mientras se encontraba en Italia para asistir a un festival de cine. Como bien dijo su amigo y compañero de reparto en Los Soprano,  Steven Van Zandt, se fue un hermano, un amigo y un extraordinario actor. Para millones de personas, también se fue un icono: el de Tony Soprano, el personaje que le situó en primera división dentro de la industria audiovisual. Los Soprano (The Sopranos) es posiblemente una de las mejores obras visuales hechas tanto en cine o tele que jamás se hayan realizado. Su interpretación del capo de la mafia de New Jersey con sus problemas familiares y profesionales ha humanizado la figura del gangster hasta integrarla en la cotidianidad de cualquier sociedad occidental como la de otro ciudadano más. Incluso con esas dotes de carisma o simpatía, hasta en los momentos más duros de la serie. Por eso Gandolfini, con su excepcional trabajo en una obra como Los Soprano, de calidad ejemplar, ha creado sin quererlo un mito moderno. Sobre todo ahora tras su muerte.

Momento futbolero en Los Soprano (1):

Un amigo me dijo que todas las cuestiones vitales que puedes encontrar a lo largo de tu vida tienen su respuesta en esta serie, aunque creo que fue Coppola quien otorgó semejante afirmación con respecto a El Padrino. Me valdría para las dos obras. En ese clima de poder, tradición, familia, honor, traición y violencia podemos naufragar o mantener nuestro velero a flote entre tanta tormenta emocional. En la obra de Coppola, quizás con un aroma más clásico, añejo y hasta épico. En el caso de Los Soprano, todo nos resulta más cercano, actual y atractivo, como si fuera una especie de mob next door. Por eso podemos sentir cercano su dolor por la decadencia física o mental de sus protagonistas, la muerte, el amor, la pérdida, las relaciones familiares, el recuerdo y, en general, muchos asuntos que el protagonista trata en la intimidad de la consulta de la doctora Melfi, personaje fundamental para sostener el sentido verdadero de esta serie: la soledad existencial de un hombre ante un abismo siempre cercano motivado por el tipo de vida que lleva.

Momento futbolero en Los Soprano (2):

Antes del éxito de Los Soprano, Gandolfini era un rostro bastante conocido en sus papeles secundarios, como aquel mítico matón de ‘Amor a quemarropa’ o el detective torpón de ‘Perdita Durango’. Casi siempre tenía papeles de tipo duro, motivado por su imponente físico y aparente rudeza. La última vez que le vi en la gran pantalla fue en la obra maestra de Bigelow, ‘La hora más oscura’, en un pequeño y eficaz papel como director de la CIA. Su presencia en pantalla, aunque sólo fueran unos minutos, con esa mirada y su característico tono de voz, amplificaba el magnetismo del personaje con el espectador.

Aquí una de las muchas secuencias sobre sueños que hay en Los Soprano. Esta es una de mis favoritas, “Pussy is a fish”:

Parece ser que fue su hijo de 13 años, Michael, quien descubrió a su padre inconsciente en el cuarto de baño del hotel donde se alojaban. Estaban de viaje los dos por Italia ya que iba a participar en un festival de cine siciliano. Celebraban así la graduación de su hijo, así como un campeonato de fútbol que recientemente había ganado éste. Hablando de fútbol, resulta inevitable mencionar a otro Tony Soprano, mote que recibió en España su compatriota de New Jersey Giuseppe Rossi, que despuntó hace años en el Villareal y con los Azurri en la anterior Copa de Confederaciones de 2009 y que, actualmente, tras un periodo oscuro de lesiones, intenta rehacer su carrera en la Fiorentina, ayudado a partir de septiembre por Borja Valero y Joaquín.

Addio, James. Addio, Tony.