Los ojos violeta. "Los", porque sólo hay unos. Y lo curioso es que con ellos, más que mirar, atraía pupilas ajenas. Todas.
Melancólicos. Seductores. Misteriosos. Profundos. Serenos. Sensuales. Magnéticos.
Ella estuvo a la altura de su iris. Visceral. Hoy gata que araña, mañana Mujercita que embelesa. Nadie logró responder a la pregunta de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, pero a ella la temieron igual que la adoraron. Porque temer, en el fondo, es una forma de adorar. Y no hay adoración sin cierto temor.
Elizabeth Taylor ha cerrado los ojos violeta.