John Barry deja en las pantallas, en nuestros oídos, en nuestra piel, la música de muchas películas ligadas a la acción, al misterio y a la emoción. Siempre reconocible, con su sello propio y sonidos tan personales; accesible a la vez. Es un gusto poder vivir en un mundo que quedará ambientado por sus creaciones. Ahí va una de ellas, tan parecida a otras y tan suya.
Es la vorágine misma de la vida. Si uno busca John Barry en Wikipedia, lo primero que encuentra es un lapso vital entre dos paréntesis: (3 de noviembre de 1933 - 30 de enero de 2011). Sobre la última fecha, ayer mismo, imagino la ilustración sonora de una marcha fúnebre. Es una marcha con toques de jazz subrayada vigorosamente por una línea de trompas, arropada por el dramatismo de un grupo de cuerdas. Sobrecoge profundamente.
John Barry deja en las pantallas, en nuestros oídos, en nuestra piel, la música de muchas películas ligadas a la acción, al misterio y a la emoción. Siempre reconocible, con su sello propio y sonidos tan personales; accesible a la vez. Es un gusto poder vivir en un mundo que quedará ambientado por sus creaciones. Ahí va una de ellas, tan parecida a otras y tan suya.
John Barry deja en las pantallas, en nuestros oídos, en nuestra piel, la música de muchas películas ligadas a la acción, al misterio y a la emoción. Siempre reconocible, con su sello propio y sonidos tan personales; accesible a la vez. Es un gusto poder vivir en un mundo que quedará ambientado por sus creaciones. Ahí va una de ellas, tan parecida a otras y tan suya.