Acaba de morir a los 92 años uno de los grandes sabios y humanistas de los siglos XX y XXI, Giovanni Sartori, filósofo, antropólogo, sociólogo y politólogo florentino, autor de estudios sobre la democracia tan clarificadores que quien los analiza rechaza para siempre el buenismo sentimentaloide.
Por eso lo odian los santones de lo políticamente correcto. Muchos de estos supuestos progresistas cuando oían o leen a Sartori –premio Príncipe de Asturias 2005 a las ciencias sociales— abandonan el falso progresismo y absorben el verdadero que explicaba este catedrático en Florencia y en Columbia, EE.UU.
Es que la hipocresía de lo políticamente correcto impide reconocer, por ejemplo, los desastrosos resultados del multiculturalismo denunciados por él desde mediados del siglo pasado.
El multiculturalismo provoca la no integración de los pueblos y culturas que deben convivir, genera esclavismo endogámico en cada grupo social, conduce al nacionalismo, y de ahí al nazismo.
El multiculturalismo es hostil al pluralismo cultural verdaderamente progresista que desea fundir las culturas, pero teniendo en cuenta que la occidental ha creado sociedades mejores que, aunque acepten lo bueno de otras, deben mantener las características de las democracias.
El pluralismo cultural de Sartori rechaza, al contrario que el multiculturalismo, las prácticas brutales y reaccionarias de culturas más primitivas, desconocedoras de la Ilustración y que deben adaptarse, para convivir con quienes crearon las democracias.
El pluralismo cultural aprecia las idiosincrasias diferentes para crear una cultura en la que todos respeten las libertades, los derechos humanos y el pluralismo.
Su libro, “La Sociedad Multiétnica. Pluralismo, Multiculturalismo y Extranjeros” (Taurus, 2000) anunciaba el choque del islamismo radical contra occidente como el de 2001 en las Torres Gemelas; igual que en 1957, y casi nadie lo creyó, preveía la caída del comunismo en “Democrazia e Definizioni”.
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SALAS