Para mí era la voz natural. Había un aroma en ella, algo especial, como un alejamiento del mundo, de los hombres y sus dioses. Un ligero distanciamiento armonioso, bello, teñido de una cierta melancolía que a la vez era una reivindicación, una rebeldía con buenas razones. Porque el mundo está lleno de agujeros y piezas que no encajan, y Amy lo sabía. Una voz única, acaso la mejor. La única sucesora de Billie Holiday, la otra voz. Vete a saber por donde andan ahora, pero seguro que no cantan con los ángeles. Ellos las envidian, ellas poseen el tempo y el ritmo, mezclado en la sangre, tatuado en cada una de sus células. Adiós, Amy Winehouse, seguro que te echo de menos.
Para mí era la voz natural. Había un aroma en ella, algo especial, como un alejamiento del mundo, de los hombres y sus dioses. Un ligero distanciamiento armonioso, bello, teñido de una cierta melancolía que a la vez era una reivindicación, una rebeldía con buenas razones. Porque el mundo está lleno de agujeros y piezas que no encajan, y Amy lo sabía. Una voz única, acaso la mejor. La única sucesora de Billie Holiday, la otra voz. Vete a saber por donde andan ahora, pero seguro que no cantan con los ángeles. Ellos las envidian, ellas poseen el tempo y el ritmo, mezclado en la sangre, tatuado en cada una de sus células. Adiós, Amy Winehouse, seguro que te echo de menos.