Mañana pronunciaré estas palabras por primera vez, hoy es nuestro último día de estar casi todo el rato juntos (exceptuando unas cuatro horas tres veces en estos cinco meses).
Mañana no te ayudaré a dormir la siesta, no sé si te daré el masaje después del baño, quizás no te encuentro despierto. Espero que no llores y te lo pases con tu padre como nunca. No quiero que me eches de menos.
Pero yo sí te echaré de menos… Y lloraré. Pensaba que no, que iba a ser más fuerte, mucho más fuerte. Que me resignaría… Es para lo que me estaba preparando desde hace tres semanas.
Pero la verdad es otra. Tú eres ahora mi vida, mi motor, mi razón de ser. Por ti voy a trabajar, es lo que me digo… Quiero darte lo mejor y lo mejor implica dinero y el dinero se gana trabajando. Así que haré bien mi trabajo para que tú tengas todo lo necesario. Aunque es injusto para ti. Todavía no estás preparado para estar sin tu madre, todavía no puedes pedir por tu boca lo que necesitas y soy quien te traduce el mundo…
Pero ya no podré ayudarte. Te quedas con Papá, que sabe como yo cuidarte bien. Pero se acerca el momento en el que no tendrás a tu lado ni a mamá ni a papá y tendrás que darle a entender a otra persona lo que necesitas. Nadie como nosotros te entiende, pero por desgracia… Es lo que hay. Y me duele en el alma conformarme con tan poquito.
Trabajo mucho y trabajo bien, lo sé porque me lo dicen. Y si lo hago es para y por ti. No entiendo cómo ahora que sigues siendo tan indefenso, que no puedes decir a alguien ajeno lo que necesitas, estés sin las personas que te entendemos.
La conciliación es una mierda. Y mañana comienza la nuestra.