Si me preguntan, particularmente diré que 2012 me ha parecido el año más desapacible, antipático y cruel de todos los vividos. No le quiero poner champán ni bombones: prefiero más bien ponerle vino peleón para coger una buena tranca y despedirlo como se despide a los indeseables: a empujones, a gritos, advirtiéndole que no se le ocurra volver por aquí. Dicho esto, felices fiestas a todos.