Adiós, Mariano, adiós

Publicado el 06 junio 2018 por Felipe @azulmanchego

"ES LO MEJOR para mí, para el PP y para España". Cuatro días después de perder el Gobierno, un emocionado Mariano Rajoy anunciaba súbitamente ante el Comité Ejecutivo Nacional que deja la presidencia del PP y que el nuevo liderazgo del partido se decidirá en un congreso extraordinario, previsiblemente en julio.

Tendrá que ser su sucesor, pues, quien abandere la renovación que tanto necesita este partido y que, hasta ahora, los dirigentes populares se habían negado a ver. Callaron, como solo saben callar en la formación conservadora, y nadie osó levantar su voz para pedir los cambios que muchos desde fuera veían necesarios, inaplazables e incluso urgentes.Alberto Núñez Feijóo (el que cuenta con más apoyos), Íñigo de la Serna (el ‘tapado’ con buena imagen), María Dolores de Cospedal (con el control todavía del aparato del partido), Soraya Sáenz de Santamaría (con buena ‘prensa’ pero sin poder orgánico o territorial), Ana Pastor o Alfonso Alonso aparecen ya en casi todas las quinielas para suceder a Rajoy, en la presidencia del PP desde 2003, cuando fue elegido mediante el ‘sistema digital’ por obra y gracia de José María Aznar. Desde entonces ha perdido dos elecciones generales (2004 y 2008), ha ganado en tres ocasiones (2011, 2015 y 2016), y ha gobernado durante casi siete años (2011-2018).El expresidente del Gobierno, incombustible hasta que ha dejado de serlo, se marcha tras casi 40 años de intensa actividad política, en la que lo ha sido todo: diputado autonómico, ministro, vicepresidente y presidente del Gobierno. Mientras llega el anunciado congreso extraordinario y se abre la “nueva etapa”, Rajoy no planteará ningún cambio en el partido, ni en el grupo parlamentario, ni nombrará candidatos a las elecciones autonómicas y municipales. "Estaré a la orden de quien decidáis, y a la orden es a la orden y con lealtad ", concluía Rajoy a modo de reproche hacia Aznar.Un final inesperado –como casi todos los finales– para la carrera de un político que ganó fama como gran gestor de los tiempos y que, en poco más de una semana, ha pasado de celebrar la aprobación de los Presupuestos de 2018 a verse desalojado del poder y a dimitir del partido.Hace apenas unos días celebraba el visto bueno de las cuentas públicas y ahora, paradojas de la política, se ve obligado a irse a su casa asediado por la sentencia de la primera pieza del caso Gürtel. “He intentado ser justo, proteger el buen nombre de nuestro partido y he asumido mis errores y los que no eran míos", ha indicado, en su descargo, con una desolación fácilmente imaginable. De momento Rajoy, experto en dejar que los temas se pudrieran hasta la exasperación de propios y extraños y que, según los que saben de esto, manejaba los tiempos como nadie, no ha podido, o no ha sabido, lidiar el escándalo político que finalmente se lo ha llevado por delante.El caso es que el PP tendrá que emplearse a fondo, y necesitará Dios y ayuda, para dejar atrás los episodios de corrupción que Rajoy se ha negado a ver, buscar un revulsivo y proceder a una profunda renovación de discursos y de personas. El líder que se había hecho experto en manejar los tiempos no supo medir las consecuencias de la trama corrupta que lo ha descabalgado. La hora de un “político elegante e inteligente que sabía escuchar; fue un honor ser su rival y combatirle políticamente; se ganó mi respeto” ha dicho de él Pablo Iglesias. Dicen que lo cortés no quita lo valiente y, visto lo visto, debe ser cierto.Rajoy acaba de dar el primer paso para emprender la dura travesía del desierto por la que ya transitan, algunos como almas en pena, Aznar, Gallardón, Aguirre, Cifuentes… y tantos otros. No pasa nada; como suele decirse, fuera de la política también hay vida. Todo lo tuvo, (casi) todo lo ha perdido. La política es así, mal que pese a muchos. Parecía incombustible, hasta que llegó su hora.