Hoy, con un calor abrasante y dejándome arrullar por el canto de la chicharra, bicho que no se deja ver fácilmente, por cierto, y que no hace más que confirmar que hacía un calor que no se podía aguantar, he estado de paseo por un lugar que seguro muchos de vosotros no conocéis y que yo, hasta hoy, tampoco. Ahora ya disfruto del recuerdo de este día y de lo que vi: algo de una belleza singular y, en algunos lugares y momentos, podría decir que sublime, sin pasarme ni un pelo. Y como me gustó tanto, os quiero invitar en una nueva ocasión a, de mi mano y a través de mis letras, introduciros hoy en esta nueva manera de conocer lugares: a través de las adivinanzas que aquí os traigo.Hoy he asistido a un nacimiento. Bello, como todos, sí, pero significado por una frescura y un brillo especial, fuera de lo común. La mirada clara del que nacía y se asomaba a nosotros desde las alturas, nos hacía guardar la respiración. El Mundo se paralizaba por unos instantes. Sin tiempo a reaccionar, desde allí, se lanzaba ágil en pos del camino de su vida. Nació limpio y diáfano, sin manchas ni defectos en su ser. Nació entre montañas; nació salvaje, sin casi ruido; quizás algo tímido, al menos en esta época parece lo normal…siempre los recién nacidos nacen algo tímidos cuando se asoman a la luz. Su timidez no fue suficiente para evitar que se lanzase al vacío con esa estela de frescor que nos vino muy bien, hoy, a los que allí estábamos…que no éramos muchos, por cierto, pues el calor frenó a más de uno, seguro.
Hoy lo he visto feliz, disfrutando de su juventud, fresco y lleno de ilusión, la misma que compartimos aquí en nuestro espacio, en nuestro refugio del ajetreo diario: en este blog.
Un abrazo largo, muy largo…con pensamiento incluido…para todos los que disfrutáis con nuestros momentos en este rincón.