Ayer fue una de esas ocasiones en las que me puse a prueba. Silvia, de www.cenasadivina.com organizaba una cena con la temática "conciliación". La dinámica consiste en 10 invitados, de los cuales, uno es el "experto". El tema me interesa, desde luego, así que me apunté. Peeeeeeero, a medida que se acercaban as horas volvía a mí ese sentimiento de no sé qué, no sé yo que me hacía pensar "¿a santo de qué me apunto yo a una cena con un montón de personas que no conozco? Mi momento FRIKI ha llegado". jajajajajaja. Pero al final fui. Sólo puedes arrepentirte de lo que no has hecho ¿no? Un primer vistazo a los invitados me hizo pensar que éramos cada uno de su padre y de su madre, con pocas cosas en común en algunos casos. Una ojeada rápida me hizo ver "sólo" madres abnegadas, ejecutivas agresivas, hippies, pasotas, (esa soy yo, ya aviso), emprendedores.....un poco de todo como os digo. Pero a lo largo de 5 horas os puedo asegurar que esas etiquetas se quedaron en meros adornos, algo así como aquel que llama la atención en la calle por llevar un sombrero rojo y de pronto, cuando se lo quita, te das cuenta de que debajo del sombrero hay mucho más. Una persona.Dirigidos por la experta, en este caso Alejandra, charlamos sobre nuestras distintas maneras de intentar organizar nuestra vida. De cómo, en qué momento, y con qué fin habíamos tomado según qué decisiones que directamente afectaron a nuestra vida personal y profesional.Al final, varias cosas que a mí particularmente me obsesionan salieron a la luz:- la culpa- la renuncia y los sacrificios.- no se llega a todo.Da igual de donde vengas o quién seas: pudimos comprobar que, al final, todos tenemos algo de esto, en menor o mayor medida. Y que una noche como esta, de charla distendida e intercambio, te ayuda a ver algunas cosas con cierta distancia y comprobar que no eres tan rara y antinatural como creías.Convertirte en madre o padre supone un giro de 180 grados en tu vida, eso siempre de una u otra forma. Cómo te enfrentes a este cambio enorme es lo que cambia, en cuanto a forma. Pero, al final, todo se reduce a reencontrarte, hacer una lista de valores, y siempre, ante todo, buscar ese equilibrio que necesitas para ser una persona feliz y criar a personas felices. Casi nada, vaya...Para llegar a ese punto, es necesario elegir en muchas ocasiones. Y, a veces, elegir no es fácil. Tomar partido, desechar caminos, tomar otros....tenemos miedo, a equivocarnos, a elegir mal. A veces incluso a las consecuencias de acertar. Pero hay que ser valientes, y seguir. El objetivo está claro, sólo los caminos para llegar a él suscitan dudas.¿Dejar el trabajo o quedarme? ¿Buscar otro con un horario mejor o renunciar a ello? ¿Emprender o no? ¿Quedarme en casa con los niños o no? Todo son preguntas que aparecieron en la cena. Y cada uno contamos nuestra manera de enfrentarnos a ellas y las conclusiones que sacamos de ello. No sólo de lo que escuchábamos a los demás, si no que decir en alto nuestras propias ideas nos hizo verlas bajo otro prisma.¿Dónde queda la conciliación en todo esto? Pues es sencillo: conciliar consiste en encontrar ese equilibrio, en la búsqueda constante de ese punto en el que te encuentras y te redescubre poniendo cada cosa en su sitio, haciendo que tu vida profesional, tus aspiraciones vitales como individuo, sean compatibles con aquellas que buscas como madre/padre y como parte de una pareja. Ese momento y ese lugar en el que el balancín del parque se queda parado y (no son mis palabras, si no las de @javidedomingo) no tiene por qué formar una línea recta, si no, simplemente, quedarse ahí, quieto y puede que más cerca del suelo por un extremo que por el otro.
Las galletas de María