Adivinanzas en Cristilandia

Publicado el 12 noviembre 2011 por Andi

Desde el mismo lunes 24 de octubre, cuando la señora Presidente percibió que el humor económico de la ciudadanía tenía poco que ver con su talante político, que le había concedido el 54% de los votos positivos, y pese a que las propias espadas del oficialismo establecen en el 7% la incidencia de las compras minoristas en la fuga de capitales, el Gobierno desató una verdadera guerra, con tropas y armas de todo tipo, contra quienes pretenden comprar unos pocos dólares en la Argentina.

Entonces, si es tan bajo el factor chiquitaje en la compra de dólares, ¿por qué desatar el pánico que, como siempre, se transformó en un tsunami en el mercado? ¿Por qué reaccionar de ese modo, si la fuga lleva nada menos que cincuenta y dos meses consecutivos? Adivinemos: ¿estará preocupado el Gobierno porque las reservas que dice tener no son tales y, consecuentemente, no podrían responder ante una dolarización más fuerte?

Porque, debemos recordar, la única moneda debería ser, en la Argentina, el peso. Lo demás, dólar incluido, son cosas, cuyos precios dependen de la oferta y la demanda. Si hay tanta demanda como para preocupar a la Casa Rosada, resulta que la oferta no debe ser tan suficiente como debiera, y esa exacerbación de la demanda sólo puede deberse, mal que nos pese a todos, a la enorme desconfianza que despierta la falta de una verdadera política económica y a la incógnita acerca de hacia dónde se dirigirá doña Cristina en su nuevo mandato, generada por la duda acera de la identidad de su Ministro de Economía.

Las mismas fuentes oficiales, en especial la inefable doña Merceditas Marcó del Pont, Presidente del Banco Central, nos han hecho saber que la enorme mayoría de las compras de dólares se debe a las remesas de utilidades de las empresas a sus matrices en el exterior. Y lo explican, de cara al público, por la crisis internacional, que golpea a esas mismas compañías en sus países de origen, todos ellos situados en el primer mundo.

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