Adivinar

Publicado el 25 noviembre 2022 por Elvientononosllevo

Adivinar: Descubrir algo oculto o desconocido por medio de procedimientos que no se basan en la razón ni en los conocimientos científicos, especialmente por medio de magia o de la interpretación de signos de la naturaleza.

Hace ya muchos años un grupo de amigas decidimos ir a un, como llamarlo, adivinador, vidente, futurólogo, en fin, un tipo que echando las runas en la mesa te predecía el futuro. La sugerencia de ir al bar donde dicho personaje oficiaba su magia tuvo ciertas reticencias pero por curiosidad o sencillo divertimento las más reacias fuimos convencidas. En principio solo acompañábamos, tomar una cerveza y mirar desde lejos, esperar y opinar pero al final todo, incluida yo, acabamos sentadas enfrente del clarividente más formal que he visto en mi vida. Y es que sin extravagancia ninguna y rompiendo cualquier estereotipo parecía más un oficinista de los años cincuenta o un vendedor de misales. Precisamente esa apariencia de normalidad, gris y apocada, fue lo que me llamó la atención. Por alguna razón, y partiendo de mi escepticismo, cuanto más alarde de excentricidades hacía esta gente menos credibilidad le daba. Así que viendo a un tipo que podría ser mi profesor de latín mi interés por saber cómo actuaba se despertó.

De camino al bar, Raquel, la incitadora, nos fue contando todo lo que a su vez otra amigale había dicho. A ella se lo había recomendado su vecina, asidua usuaria de tarotistas, quiromantes y de todos aquellos que practicaran alguna técnica para adivinar el futuro.Después de muchos años necesitaba ir probando cosas nuevas y en esta búsqueda encontró a Ramón. Tiraba las runas en un bar de barrio y le había acertado hasta lo que ella misma desconocía. Seguía narrando Raquel las vicisitudes de la vecina de su amiga en este mundo misterioso y enigmático donde por extraño que pareciera cualquier objeto era susceptible de ser usado como medio para ese fin. Así oí términos y procederes nuevos para mí. “Aleuromancia”, usando polvo de harina.”Ovomancia”, echando un huevo en el agua.”Ceromancia”, a partir de figuras de cera derretidas en agua.”Hidromancia”, interpretación de imágenes en el agua bajo la luz de la luna y el sol. Yo sabía de la lectura de los posos del café o del té, del aura y la bola de cristal pero que desde unos granos de maíz a cuerdas pasando por las burbujas de champán sirvieran para adivinar el futuro me dejó desconcertada.

Las runas

¿Qué clase de gente creía y se gastaba dinerales en este paripé y teatrillo montado por cuatro listos para lucrarse con las debilidades de la gente? Muchas de ellas ya eran usadas por los griegos, me contestaron, son muy antiguas. Ya, pues como tengamos que seguir con las mismas prácticas que en la edad media vamos listos, contesté, además listillos e incautos los ha habido siempre. Iba a seguir rebatiendo cuando ante la puerta del bar “Flor de Lis” me chistaron para callarme.

El sitio no era el típico bar de barrio, no era el de fritanga y farias, era un pub que de día daba desayunos y por la noche copas. El ambiente para la noche lo conseguían bajando la intensidad de las luces, con velas en las mesas y música melódica que no molestara en la conversación.Preguntamos, bueno, Raquel, preguntó por Ramón y el camarero nos señaló una mesa del fondo advirtiéndonos de una pequeña espera y de que la consumición era obligatoria. Unos veinte minutos después el camarero con una interjección y un movimiento de cabeza nos dio permiso para ir pasando de una en una por la mesa de Ramón.

La primera, por supuesto, fue Raquel. El silencio se hizo en nuestra mesa y en la del fondo. Nosotras por escuchar algo y por cierto nerviosismo y en la otra, en la otra de repente Raquel se levanta y corre hacia el baño. Al unísono hicimos lo mismo entrando las cuatro donde Raquel lloraba sin querer responder ni aclarar los porquésdejándonos aún más inquietas de lo que ya estábamos. Volvió a terminar su sesión y nosotras a encender un cigarro tras otro preguntándonos qué podía haber pasado y que nos pasaría luego a las demás.

Reconozco que si ya me intrigaba ese individuo menudo, que miraba inquisitivo a sus víctimas por encima de las gafas de pasta gruesa con sus ojos pequeños y oscuros, vestía jersey de cuello alto marrón en verano y tenía las manos llenas del pelo que le faltaba en la cabeza, ese golpe de efecto con Raquel acabó por decidirme a participar de todo aquello. Afortunadamente lo hice porque así, en primera persona y no por experiencias ajenas, pude comprobar cómo intentan envolverte este tipo de personajes. Y es fácil caer y creer si las condiciones son propicias.

Carta Astral

A la salida del bar todavía seguíamos sin decir palabra. Le habíamos hecho caso y nadie comentó nada hasta salir de allí. Al cabo de un rato compartimos los augurios del pitoniso y cuanto más oía más cuenta me daba de lo vacío y ambiguo de sus predicciones. La única afectada de verdad era Raquel, al resto nada de lo dicho nos perturbó ni un pelo. Que me viera cazando mariposas en extensos valles o que el amor de mi vida no tardaría en llegar me dejó como estaba, y poco más y al resto lo mismo. Visiones de un futuro que al ser probables, nadie, tan solo el tiempo, podía contradecir. Esperábamos impacientes el turno de Raquel. Me ha dicho que estoy muerta, toma, pum, a bocajarro. Nos quedamos tan conmocionadas como ella al escuchar esa barbaridad. ¿Queeeeeé? Me ha dicho que no sentía nada fluir en mi interior, que mi energía estancada se podría en una ciénaga. Las lágrimas empaparon el abrazo que le dimos, los insultos y la indignación creciente alarmó a la prudente Raquel que ya se veía intentando parar las tortas que iba a recibir el susodicho. Es que tiene razón, no me siento viva. Hace tiempo que no me siento viva y él lo ha visto inmediatamente. La escuchábamos atentamente. Pero me ha dicho que va a cambiar, que una ilusión, me hará renacer.

No nos quedo otra que darle la razón, animarla a creer en una salida, alejarla de esa tristeza de la que todas éramos conocedoras y su mirada delataba. No hacía falta ningún poder para percatarse de ese ánimo apagado, de esa energía floja pero hacía falta tener poca vergüenza para aprovecharse.

Esa noche pensé en mi amiga y en todas las personas que buscaban consuelo, solucionar problemas, descubrir la causa o el culpable de sus desdichas. Me imaginé a la vecina experta probando una tras otra todas las tendencias del ocultismo como una drogadicta sin saciarse jamás. Me pregunté por qué la mayoría de esas personas eran mujeres y a mis veinte años ya conocía de sobra la respuesta. La insatisfacción personal.



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