María Alejandra Díaz Marín
El dogma liberal dice que la economía es el arte de administrar la escasez. Su enfoque más ruidoso: el neoliberalismo y su mecanismo el mercado asignador óptimo de recursos, siendo que los precios surgen de la oferta y la demanda de bienes escasos.
Chávez con la CRBV asume la decisión política de una nueva relación dinamizadora económica: distribuir justamente, expandir la demanda, generar producción y con ello crecimiento económico sostenido: allí el salario es pieza fundamental de la lucha por la inversión social estatal.
Hoy, en efecto, la lucha por el salario no puede ser sino inmediatamente política, general e igualitaria. El terreno privilegiado sobre el que se mueve es el gasto público, la reproducción total autovalorizante del proletariado (Negri).
Ahogo, asfixia y cerco económico desde el exterior y en lo interno demoler el sistema. Así obligan al Estado social a desnaturalizarse: no redistribuir equitativa y justa la riqueza generando miseria y desigualdad nuevamente. El FMI, Buitres inversores, Cartel de Lima, cómplices del bloqueo de EEUU, atacan la moneda, pulverizan el salario, destruyen los contratos salariales y al trabajador víctima de explotación e hiper especulación en los precios de bienes y servicios. Concentran el ingreso produciendo desigualdad social sobre la cual se reconstruye la jerarquización vertical del poder (Negri).
Tierras y recursos son nuestros: por qué estamos en esta situación? Nos convencen de no ser dueños de abundantes riquezas, sino mendigos necesitados de asistencia humanitaria, mientras quienes negocian, cómplices de piratas y tahúres, saquean la Nación. Es una guerra contra los venezolanos, donde se irrespeta todo contrato, generando servidumbre y esclavitud, liquidando la soberanía y libertad. La lógica de conservar el débil equilibrio del poder en base a una frágil paz, corriendo el riesgo de perder apoyo popular y terminar igual: en manos de la voracidad del capital.
El Estado venezolano debe proteger al débil jurídico, evitar la imposición de un régimen de administración de migajas y enfrentar y castigar a las termitas, traidores y piratas anglosionistas, que destruyendo la producción de riqueza y su reparto equitativo, cometen crímenes de
lesa patria.
Debemos transparentar qué ocurre con nuestros bienes y servicios mediante sistemas de control adecuados y proteger ante todo, la política pública expresada en subsidios y salarios dignos, no en migajas. Transparencia y honestidad o corrupción y destrucción del Estado Nación. Ese es nuestro dilema hoy.
Constituyente