Me encanta verlos compinchados. No se hablan, al menos la pequeña foquita, pero se entienden a la perfección. Se miran y se ríen con grandes carcajadas. Cuando hacen eso, mejor me pongo a temblar. Seguro que han abierto un cajón que antes de que yo llegue ya está vacío o están limpiando el suelo con todas las toallitas húmedas del paquete que, mala suerte, acabamos de empezar.
Siempre he oído hablar de los celos entre hermanos, sobretodo al haberlos tenido tan seguidos. Tenía miedo de que mi bebé gigante rechazara a su hermanita pero ha sido todo lo contrario.
Es cierto que también se pelean y se enfadan pero me hace muy feliz ver que la mayor parte del tiempo se buscan el uno al otro para jugar. Puede que de mayores se odien pero por ahora creo que se quieren. A ver lo que dura.