No se trata de coger miedo, pero sí de tomar conciencia. No es la primera vez que les hablamos de las redes sociales desde esta bitácora, ya hemos analizado sus ventajas e inconvenientes en varias ocasiones, pero ahora me surge una nueva forma de percibir este medio de comunicación. Ya saben que tengo un hijo adolescente y con esa etapa también ha llegado su inquietud por participar en las redes, tener móvil, hablar por whastapp y disponer de perfiles en Tuenti e Instagram.
Por mucho que uno les explique que no deben admitir como amigo a nadie que no conozcan, que no escriban nada que no les gustaría que vieran sus abuelos, que no pongan fotos en sus perfiles, que debemos conocer sus claves de acceso y otras tantas condiciones, ellos harán lo que les venga en gana. Y ya les digo yo que es complicado controlar estos aspectos, porque son adolescentes pero no tontos y se encargan de borrar todo lo que no les interesa que veas. Además, una de las características de esta edad es el convencimiento absoluto de que los padres no tenemos ni idea de nada y, por mucho que les hables o expliques, no les llega el mensaje.
Ha llegado a mis manos un pequeño documental que cuenta de forma muy sencilla lo que puede suceder si los perfiles de las redes sociales son públicos, si se aceptan como amigos a desconocidos o si se comparten fotos personales. Habla del peligro de exponer tu vida públicamente… No les cuento más, mejor lo ven y no estaría de más que también lo vean los niños.