El lugar donde nos alcanza la flecha no es indiferente. Es un punto en el que se bifurca nuestro destino. Existe, ciertamente un frenesí contemporáneo, una agitación cuya contrapartida es el desmoronamiento que como las torres que los niños hacen, caen. El movimiento que subyace en la pregunta ¿Adónde vas? se inscribe en otra dinámica de vida.
Contiene la fórmula secreta del cambio, de la conversión y supone que la frenética carrera es también una búsqueda frenética.
¿No será mejor ponerse en el camino? ¿No será mejor disfrutar del camino? El vagabundeo o el alejamiento es parte considerable de ese caminar. Damos acaso tiempo en la escuela para disfrutar de los procesos, desde los más simples. ¿Hacemos verdaderas planificaciones educativas donde se integran los momentos de después? ¿Vive la escuela el frenesí de los haceres? El mundo se transforma en cifras, en balances, en plástico, en cemento o spots publicitarios....va tan deprisa que nos pisa los talones. Estaremos transformando a los niños en seres que se entregan a los mitos irrisorios del éxito, del record, de la competición...espero que no. Esta imagen de la artista Carmen Calvo la pondría de póster en mi clase, o como ella la colgaría de la pizarra, un cubo de tiempo. Que tiempo hay y que cuando no, me pregunte adonde voy....