Hace unas semanas, llegando al colegio para recoger a mis hijas, vi a una madre con su hijo. Fue un momento muy especial. El niño tiene unos siete años y su madre le estaba acariciando la cara y le miraba con un cariño y una ternera que me llegó al corazón. Ella se había agachado a su nivel. Él estaba - como siempre - bien abrochado en su silla. Tiene parálisis cerebral.
Criar a un niño con necesidades especiales supone superar desafíos todos los días, en todos los momentos. Muchas veces he pensado en esa madre. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo se organiza? ¿Tiene alguién que le ayuda? El crío se está haciendo mayor, requiere fuerzas físicas, emocionales, mentales...
Verle ese día, disfrutando del niño, fue un gran placer. En medio de tantos desafíos, hay amor, placer, alegría también.
Muchas veces he escuchado o leído las palabras de padres y madres que dicen que no podrían imaginar sus vidas sin un hijo que tiene alguna necesidad especial - por muy grave o importante que sea. Hablan de experiencias que han enriquecido su vida, y de todo lo que han aprendido.
Sin embargo, me pregunto si esto significa que todo el mundo esté preparado para cuidar a un hijo con grandes desafíos físicos, emocionales, mentales... Me pregunto porque más que una vez, he conocido casos - a través de lecturas pero también correos que me envían las familias - de unos padres adoptivos que reciben un niño con necesidades especiales importantes cuando o han pedido un niño sano o han dicho que solo podrían asumir necesidades leves específicas que no tienen nada que ver con el niño asignado.
Surge el dilema ético. ¿Deben los padres adoptivos estar preparados - igual que los padres biológicos - para asumir cualquier problema físico, mental o de otro tipo que podría tener su hijo? ¿O podemos no aceptar una asignación porque no se adapta al pérfil que estábamos esperando?
La respuesta fácil es: claro que debemos de estar preparados para cualquier cosa. Un hijo es un hijo. Hay que aceptarle tal como es.
Pero hay que tener mucho cuidado con las respuestas fáciles...
En su libro "Diciendo la verdad a tu hijo de acogida o de adopción" las expertas Betsy Keefer y Jayne Schooler, cuentan el caso de un niño que fue adoptado en 1990 por una pareja americana que querían adoptar a un niño sano. Especificaron que estaban dispuestos a adoptar un niño mayor, pero sin haber sufrido abusos físicos, sexuales, mentales o emocionales.
Una vez que los padres habían adoptado al niño de cinco años se encontraron con un niño con graves problemas emocionales; fue un niño trastornado y violento hasta el punto de poner en peligro a las personas a su alrededor. Al final el niño tuvo que estar ingresado en un hospital psiquiátrico y acabó siendo tutelado una vez más por el estado.
La familia descubrió que el pasado del pequeño escondía todo tipo de abusos y de allí en 1992 decidieron demandar a la agencia de adopción.
Es un final muy triste para un niño tan maltratado por la vida. Un final triste que no era más que el comienzo de otro abandono.
Otro caso que me acuerdo es el de la actriz Mia Farrow, madre adoptiva de familia numerosa. En su autobiografía cuenta como fue a - creo que fue Vietnam - para recoger uno de sus hijos. Se encontró con un niño con graves problemas, serias discapacidades, que ella no se sentía capaz de asumir. Más que nada pensaba en los demás hijos. Ella podría decidir seguir adelante con la adopción, pero ¿era justo para los demás hermanos - que al final tendrían que ocuparse de él?
¿Qué hizo?
Buscó otra familia adoptiva en Estados Unidos y creo que le acompaño hasta llegar a ellos. Ella tiene recursos que muchas otras familias no tienen. Pero he contado en este blog el caso de otros padres o madres que han dejado un niño en su país de origen porque no se sentían capaces de adoptarle por los problemas que tenía - y luego el niño se convierte en una especie de fantasma que le persigue.
Una vez más, creo que es imprescindible la formación. Antes de adoptar, antes incluso de adentrarnos demasiado en el proceso - es decir, justo al principio del camino, debemos reflexionar sobre estas preguntas tan duras:
¿Cuál es nuestra responsabilidad ante una asignación?
¿Qué haríamos en el caso de recibir una asignación que no se adaptara a lo que vemos como nuestras posibilidades en estos momentos?
¿Cuáles son nuestras posibilidades?
¿Hasta dónde podemos llegar?
La formación también es imprescindible para los profesionales encargados de asignar a los hijos. Ellos también tienen que estar conscientes de lo que supone para nosotros una asignación. Una vez asignado un hijo, empieza a crecer en el corazón de sus padres...
Sé que un hijo que llega con serias problemas puede llegar a ser la alegría de su casa igual que cualquier otro niño, también igual que cualquier hijo biológico que nace con problemas físicas, mentales o emocionales...
Pero la realidad es que esos padres van a necesitar un apoyo y una formación especial. Porque sus hijos tendrán las mismas necesidades que las de cualquier hijo, más todas las necesidades que cualquier hijo adoptado, más todas las necesidades de cualquier hijo con necesidades especiales, más las necesidades específicas relacionado con su particular problema.
Para responder a estas necesidades, hace falta mucho más que solo amor y buenas intenciones, hace falta tiempo, energía, fuerzas físicas, disponibilidad, apoyo emocional, ayuda, compromiso - mucho compromiso - y a veces también recursos económicos importantes. Porque hay muchas formas de "abandonar" a un hijo y una de ellas es simplemente no poder cuidarle como necesita, tener que dejarle en manos de otra persona o en un centro porque estamos desbordados...
Creo que hay enfrentarse a la pregunta: "¿Reuno todas las características necesarias para cuidar bien a este niño en este momento?"
El idealismo no es suficiente. Hace falta grandes dosis de realismo.
Vamos a pensarlo bien.
Veo una vez más la visión de esa madre acariciando la cara de su hijo, dándole un beso, sonríendo con tanto amor. Estaba tan feliz con él.
Pero me gustaría saber más sobre estas familias, familias biológicas que viven todos los días con las discapacidades importantes de algún miembro. ¿Todas lo hacen con esa misma alegría? ¿Todas tienen final feliz? ¿Todas tienen los conocimientos, la formación y la capacidad para superar cada desafío? ¿O hay algunas que no son capaces de enfrentarse a esa realidad? ¿Hay niños que acaban aparcados...?
Esa madre que yo vi el otro día... es médico.
Nota personal: Creo que todos los retos pueden sacar los mejor de nosotros. Estoy 100% a favor de adoptar niños con necesidades especiales, pero también de que los padres estemos bien conscienciados y totalmente seguros de la decisión que estamos haciendo. Porque nuestros hijos merecen lo mejor y si uno adopta a un niño que supera sus capacidades, no podrá darle lo mejor ni mucho menos.