Adoro el otoño. Siempre pensé que había cierta belleza en...

Publicado el 07 noviembre 2013 por Morevi
Adoro el otoño. Siempre pensé que había cierta belleza en los árboles desnudos, en el viento gélido que agita las ramas y se lleva, del piélago de paraguas de colores, algunos consigo. Siempre encontré cierta calidez escondida entre las hojas que pintan el suelo de tonos ocre y burdeos, y en los niños chapoteando en charcos de arco iris.

La noche se acontece temprana, pero mientras el sol y las nubes se pelean a la espera de la luna, el gris del crepúsculo es un justo acompañante. En la playa el mar remueve la orilla y apenas hay pisadas en la arena. Reina el silencio seguido por el murmullo de las olas, la canción de las Oceánidas y el graznido de las gaviotas. 

La leve llovizna es mensajera de la tempestad y a la noche las chimeneas se iluminan. La gente se resguarda en tazas de chocolate caliente y bajo mantas y unos pocos, bajo el hechizo del golpeteo de las gotas en las ventanas, descorremos las cortinas y miramos con aire expectante la danza de la lluvia y el viento, un espectáculo de de ramas y flores y hojas de colores. 

Y quién sabe, si no andase yo persiguiendo paraguas por estaciones quizá no habría llegado a encontrarme contigo.

Carlota Moreno Villar.