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Adrian Peterson. Un capricho posible para los Dallas Cowboys.

Publicado el 15 abril 2015 por Primeroydiez @Primeroydiez

Nota del editor: Este artículo es parte de la sección Practice Squad, en la cual puedes publicar un artículo de tu autoría. Consulta las bases en este link.

 

Por José Eric Arriaga Fernandez.

La NFL es una liga bastante dinámica y mediática que busca siempre mantener a un público cautivo, aún en periodos en los cuales, al menos en el papel, no debería haber tema de que hablar, ya sea porque no hay temporada o algún evento importante en vísperas (Draft, inicio de Agencia Libre, etc.)

Cada año en el Offseason, todos esperamos alguna noticia que la liga brinde, tanto en lo deportivo (movimientos de jugadores, decisiones de pantalón largo, cambios de reglas, etc.) como en lo extradeportivo (detenciones de jugadores por comisión de delitos, suspensiones por consumo de drogas, etc.)

Bajo dicha coyuntura, uno de los temas que hoy ocupan la cabeza de insiders, aficionados, público en general y en buena medida de los “haters” de los Dallas Cowboys, es el interés que han mostrado en hacerse de los servicios del RB superestrella Adrian Peterson.
Lejos de entrar en la problemática en la que Peterson se ha visto y la suspensión que lo ha alejado por lo menos gran parte del año pasado de los emparrillados, quiero hacer una reflexión, como aficionado de los Cowboys de la verdadera necesidad y la relación costo – beneficio que implica dicha contratación.

Debo ser sincero. Cuando pienso en Peterson en el uniforme de los Cowboys, algo en mí me inspira emoción.

¿Por qué no?
Un egresado de la misma Universidad, fue parte fundamental en un soñado y para muchos inesperado 2014. Pensar en Peterson atrás de esa gran línea ofensiva, hace creer en números estratosféricos y grandes emociones en la temporada venidera.

Pero, siendo más reflexivo, pienso en AD y lo imagino con una metáfora:
Muchos cuando éramos jóvenes y hacíamos nuestros pininos en el mundo laboral deseábamos tenerlo todo. Una de las primeras cosas que compramos es nuestro propio carro. La elección era todo un ritual.

Qué tal un deportivo, V8, con turbo. ¡Obvio! No un último modelo, porque no te alcanzaba para ello. Pero sí un modelo anterior. Uno que en su momento haya sido popular y por lo mismo deseado por muchos.

Claro, un lujo así no sólo impacta en tus finanzas en el momento, sino que a largo plazo tienes que prescindir de muchas cosas. Desde necesidades como contar con un buen paquete de datos en el teléfono, contratar el NFL Sunday Ticket (artículo de la canasta básica del fan de la NFL), incluso tendrás que comer en lugares buenos, bonitos y baratos. Tampoco habrá esos pequeños lujos: salidas al cine, traer el teléfono celular de moda, esa consola de videojuegos que también querías, etc. salen por la ventana por ese sacrificio que hiciste. Además, por su gran motor, ese carro consumirá demasiada gasolina y su mantenimiento y refacciones serán costosas también. Sin hacer mención a los impuestos ¡Uff!

La otra opción que tienes es ese auto que viste en la agencia. Nuevecito, cero kilómetros. Elegido a tu gusto y necesidades. Te rinde muchísimo mejor que el otro carro, gasta menos gasolina y no se te descompone. Lo usas para todo, hasta para ir a la tienda. Quizá no sea tan popular como el otro, pero a cambio de eso te permite atender tus necesidades sin sacrificar esos gustos para los cuales trabajas.

Así veo yo a Adrian Peterson. Es ese V8 modelo 2007, todo un clásico. ¡American Muscle! Hace dos años, qué equipo no quería a Peterson con sus 2,097 yardas por carrera y su MVP ganado a pulso en 2012, después de una lesión que todo mundo creía definitiva.

Pero como aquel carro deportivo, tiene sus contras. Casi un año de inactividad es una losa que pocos han podido cargar. Por si fuera poco, ha pasado al tercer piso. Esa barrera de los 30 años, que si en un jugador promedio en la NFL habla ya de un veterano, para la vida media de un RB se vuelve una situación difícil de ignorar.

Adicionalmente, sus problemas extra campo (sin juzgar su culpabilidad) y su contrato firmado con los Minnesota Vikings, agrega mayor complejidad al negocio. Creo que aquel equipo que lo quiera tendría que ofrecer selecciones altas del Draft y asumir las consecuencias en su Salary Cap, situaciones que harán que el postor prescinda de algunas estrategias que tenía a largo plazo, justo como aquellas necesidades y lujos que tenías en el ejemplo referido.

Ahora bien, de un comentario que leí de Luis Obregón (socio y colaborador de esta página), él analiza algo importante: Los resultados esperados de Adrian Peterson.

“El Buen Luigi” plantea que si vemos al jugador separando sus antecedentes y resultados anteriores y hacemos una proyección muy optimista de los resultados que podría dar, hablaríamos de una temporada de 2,000 o más yardas. ¡Nada mal! No obstante, en los resultados para el equipo, es probable que no sean muy diferentes a los obtenidos con Demarco Murray en 2014.

Por otra parte, si hacemos un ejercicio al estilo de Billy Bean y su “Money Ball” en el mundo del beisbol, pensar en sustituir a un jugador de 1,845 yardas por tierra en su mejor año es un error. Y si mejor planteamos la idea de contar con dos jugadores de 900 yardas o tres de 600, cumplimos el objetivo sin hipotecar el futuro. Hay que tener en mente dos cosas: Una es la que bien reflexiona Luis “¿Qué tanta diferencia en términos de victorias y derrotas tendrá conseguir digamos 2,000+ yardas por tierra con respecto al año pasado?” (SIC).

El otro detalle a tomar en cuenta es que Dallas ya cuenta con un buen depth chart de corredores, incluyendo la reciente adquisición de Darren McFadden. Se habla incluso de que los Cowboys tienen la idea de seleccionar uno más en el Draft.

Por esa situación personalmente creo que Peterson es un lujo innecesario, tomando en consideración la buena camada de corredores que vienen y que, al menos en apariencia, no requieren selecciones altas de Draft 2015.

Un corredor tomado en el Draft es ese carro del año, no tan popular quizá, pero si práctico, con muchas posibilidades de éxito, bajo nivel de riesgo y sobretodo sin hipotecar el futuro. Eso permite seguir con esa estrategia que desde hace unos tres años a la fecha ha probado su éxito en los Cowboys. A lo mejor, ahora reforzando a la defensiva.

Veremos más temprano que tarde cómo se resuelve este dilema. Los aficionados a los Cowboys lo esperamos con mucho interés.


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