Aerosmith (2017) Auditorio Miguel Ríos. Rivas Vaciamadrid

Por David Gallardo @mercadeopop
Lugar: Auditorio Miguel Ríos. Rías Vaciamadrid
Fecha: 29 junio 2017
Asistencia: 31.000 personas
Artistas Invitados: Alter Bridge y Eclipse
Aerosmith en Madrid: Atracón de rock contra el viento
Las palabras se las lleva el viento. La música de Aerosmith resiste. Esta es una de las conclusiones del concierto de la legendaria banda de Boston este jueves ante 31.000 incondicionales en el Auditorio Miguel Ríos de Rivas Vaciamadrid, localidad a una quincena de kilómetros de la capital que terminó convirtiéndose en la ratonera perfecta a la hora del retorno, con una interminable hilera de vehículos en paciente espera bien entrada la madrugada.
Pero la vuelta a casa es otra historia, es lo de menos, básicamente porque los miles de pasajeros salieron del recital con las pilas bien cargadas. Rebosantes de adrenalina rockera. No es para menos, pues Aerosmith condensó sus 47 años de historia en dos horas de actuación repleta de clásicos, con el vocalista Steven Tyler al frente de la maquinaria cual infatibable torbellino a pesar de sus 69 años. Y a su lado, el carisma y buen hacer de Joe Perry, uno de los guitarristas esenciales de la historia del rock.
Junto a ellos, el también guitarrista Brad Whitford, el bajista Tom Hamilton y el batería Joey Krammer. Este es el quinteto de siempre desde 1970, salvo el lustro perdido entre 1979 y 1984 cuando Perry y Whitford abandonaron el barco. Pero regresaron entonces para una segunda juventud, convertida ahora en inapelable y robusta madurez recorriendo el mundo con este 'Aero-Verdici Baby Tour', anunciada como supuesta gira de despedida, pero matizada después reiteradamente por los miembros del grupo.
A la hora señalada, las pantallas proyectan imágenes de todas las épocas del grupo mientras suena 'Carmina burana'. Y tras una breve pausa dramática, 'Let the music play' se derrama sobre el público con Steven Tyler y Joe Perry al principio de la larga pasarela que sale desde el escenario. Un mar de móviles retrata a los 'gemelos tóxicos' apoyados el único contra el otro, bregando duro sobre el escenario en pleno 2017, después de tantas peleas privadas, tantas polémicas públicas. Pero al final, efectivamente, hay que dejar que la música suene.
Decíamos que las palabras se las lleva el viento pero la música de Aerosmith resiste. Y no era una conclusión baladí, pues ese viento fue un verdadero enemigo contra el que batallar durante toda la velada, llegando a deslucir el sonido para los que estaban fuera de la zona central y frontal. Por momentos se iba, pasaba fugaz sobre las cabezas del gentío. Pero regresaba, insistía en quedarse. Y por purita insistencia, lo consiguió y la música venció a pesar de los pesares.
A pesar de que el propio Steven Tyler bromeara con la dureza de sus pezones por culpa del inesperado frío de una noche de verano. Pero al Auditorio de Rivas es un espacio especialmente abierto, muy amplio y más ancho que un estadio, de manera que el viento siempre hace acto de presencia. La cuestión es plantarle cara o, directamente, ignorarle. Y así se suceden 'Nine lives', 'Love in an elevator' y la grandilocuencia de 'Livin' on the edge', con todo el público coreando y Joe Perry ya en el papel de héroe de la guitarra que no abandonaría jamás.
La banda está en forma. Esa es otra conclusión. Y aunque los Rolling Stones sean los que siempre se llevan los calificativos de abuelos inmortales, huelga recordar que Aerosmith apenas son un lustro más vetustos. Quizás no se recuerda lo suficiente porque Steven Tyler es como Taz, el demonio de Tasmania de los Looney Tunes, y no para corretear, aullar, arengar al personal y revolcarse por el suelo, llegando incluso a copular con el escenario. Con esa frenética actitud suenan también 'Rag doll' y 'Falling in love (is hard on the knees)'.

Momento entonces para el tramo bluesero comandado por Joe Perry también al micrófono, con las versiones de Fleetwood Mac 'Stop messin' around' y 'Oh well', justo antes de que el grupo recupere su viejo clásico 'Remember (walking in the sand)', que es en realidad una versión de The Shangri-Las y que no tocaban desde hace más de quince años. Y a partir de este punto ya da igual el viento, ya no tiene sentido seguir impresionado por la vitalidad de Perry y la contundencia de la banda. A partir de este punto se encadenan los clásicos y se trata de dejarse llevar.
Así flota el público sobre 'Sweet emotion', 'I don't want to miss a thing', el 'Come together' de los Beatles infinitamente coreado, 'Eat the rich', 'Cryin' y 'Dude (looks like a lady)' como broche a la parte principal de un concierto convincente y que superó las expectativas de muchos. Aún tiempo para un bis con la catedralicia 'Dream on' (precedida por una breve intro de 'Angel') con Steven Tyler al piano al principio de la pasarela. Y Joy Perry en plan icónico subido al piano de marras rasgando con eficacia y dureza.
En intensa comunión con su gente, Aerosmith podrían haber seguido tocando cuanto hubieran querido y pocos se habrían quejado. Pero alguna vez hay que acabar y, si es con 'Walk this way', bien está. Porque se monta entonces una buena celebración en torno a su pegadizo riff de guitarra y a su celebrado grito de guerra central, que desemboca en un último festín ruidista en el que la banda lanza su última andanada, recibida con la festiva algarabía de rigor. Y la música muta en cerrada ovación de despedida.
Aerosmith tienen aún dos citas con el público español en los próximos días en el Rock Fest Barcelona y el estadio Heliodoro Rodríguez López de Tenerife. Puede que, de verdad, esta sea la última gira del grupo, aunque a tenor de lo visto en Rivas, no será por falta de energías. Ni por falta de comunión con el público. Sea como sea, alguien tiene que explicarles que eso de la última queda feo. Que la penúltima sabe mejor siempre.
Y no podemos cerrar este texto sin referirnos a Alter Bridge, la portentosa banda del vocalista Miles Kennedy y el guitarrista Mark Tremonti, quienes ejercieron como teloneros de lujo en esta jornada de rock rebosante. Ya para su actuación se congregaba abundante público para darlo todo con su potencia y sus himnos repletos de épica. Un lujo luego rematado con Aerosmith.