>Al dormir, la almohada es la puerta por la que accedemos a la inconsciencia, a la irrealidad y a la Nada, de la que escapamos por los ojos al despertar, milagrosamente vivos. Morir es no despertar.
>Pensar que vivo sobre el lugar donde se asentó el primer Estado del Occidente europeo, donde se desarrolló la civilización de Tartessos y estuvo el evaporado Lago Ligur. ¡No se puede ser más chovinista!
>La vacuidad de la que procedemos y a la que nos dirigimos, esa impermanencia que nos constituye, es la única realidad demostrable. Todo lo demás, incluida la vida, es pura especulación, fantasías filosóficas o elucubraciones teológicas.
>Yo soy lo que pienso que soy, que casi nunca coincide con lo que los demás piensan de mí.
>Nunca hay que hacer nada sin sentir deseo de hacerlo, excepto trabajar, que se hace por necesidad u obligación, no por placer.
>Jamás he vivido un período sin tiempo, un espacio sin horizontes, un confinamiento tan claustrofóbico y hermético como el que estamos soportando por culpa de un virus… en pleno Siglo XXI. ¡Cuánto progreso desde la época de los apestados y las cuarentenas venecianas!