"Cuando todavía estaba en la escuela fui secuestrada junto con otras 139 niñas por el Ejército de Resistencia del Señor. Pasé siete meses en cautiverio, pero sobreviví, escapé y volví a casa", dijo la ugandesa Grace Akallo.
Hace 12 años, cuando Akallo era todavía una niña, su vida dio un giro inesperado cuando cayó en manos de la brutal fuerza rebelde liderada por Joseph Kony.
Actualmente, Akallo está casada y tiene un hijo, una maestría y una misión en la vida: dar voz a las niñas soldado.
Formado en Uganda en los años 80, el Ejército de Resistencia del Señor opera ahora en la República Democrática del Congo y es uno de los más persistentes perpetradores de violaciones a los derechos de niños y niñas, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
"Cuando las niñas son secuestradas, les ocurre lo mismo que a los niños soldados: las golpean, las maltratan, las entrenan para convertirlas en combatientes, les dan (fusiles) AK-47 y las obligan a matar", explicó Akallo a IPS.
"La mayoría de los niños y niñas son enviados al frente, y los líderes los siguen. ‘¿Se terminaron tus balas? Dispárale a tu amigo para conseguir más’.
Al mismo tiempo, los líderes usan niños como escudos, y ellos sobreviven", agregó.
Lo que diferencia a las niñas soldado es que además sufren abuso sexual, enfatizó.
"La mayoría de las niñas fueron abusadas sexualmente, incluida yo. Pero fui afortunada: ni volví a casa con un hijo ni me infecté con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida) o con otra enfermedad", relató.
"Muchas de estas niñas dieron a luz mientras estaban en cautiverio; algunas de ellas tuvieron que salir a combatir llevando a sus hijos a la espalda, y algunas parieron en el campo de batalla", dijo Akallo.
Pero la terrible situación de las niñas soldado permanece ampliamente oculta de la vista pública, enmascarada por los líderes de los grupos armados que se refieren a ellas como "esposas" o "hermanas".
Las niñas son sumariamente entregadas a hombres combatientes, y se señala que Kony ha tenido consigo hasta 50 de ellas.
"Algunas son entregadas a un solo comandante, y otras a muchos hombres", dijo Akallo a IPS.
Desarme, desmovilización y reintegración
Debido al rol que desempeñan las niñas, que incluye tareas domésticas, transporte de provisiones y servicios sexuales, se vuelven prácticamente invisibles bajo el radar del derecho internacional y de las iniciativas de desarme.
Desde los años 80 funcionan programas de desarme, desmovilización y reintegración, y la ONU lanzó su serie formal de pautas en 2006. Pero el avance ha sido desaparejo, especialmente en relación a las niñas soldado.
"Muchas de las niñas soldado no portan armas.
Son usadas como esclavas sexuales y esposas de combatientes. Desde ese punto de vista, no creo que los programas de desarme, desmovilización y reintegración hayan tenido éxito", dijo Ugoji Adanma, fundadora de la Fundación Eng Aja Eze, a IPS.
Esa entidad ayuda a mujeres y niñas que sobreviven a conflictos armados.
El derecho internacional también ha "excluido dramáticamente" a las niñas soldado, dijo Matthew Brotmann, director de programas internacionales en la Escuela de Leyes de la Pace University, en una conferencia realizada el 4 de este mes y titulada "La incidencia de las niñas soldado y la Corte Penal Internacional".
"No podemos tratar igual a todas las víctimas sin considerar su género", declaró a IPS.
En el reciente juicio al señor de la guerra congoleño Thomas Lubanga Dyilo, el alistamiento de niños como soldados fue por primera vez definido como crimen de guerra.
Pero comandantes de la milicia de Lubanga, la Unión de Patriotas Congoleños, no fueron responsabilizados por las violaciones de que se los acusaba, lo que plantea preguntas fundamentales sobre el sesgo del derecho internacional.
Aunque se la mencionó, no se tuvo en cuenta realmente la situación de las niñas víctimas, dijo Adanma a IPS.
Reconciliación comunitaria
La reintegración de las niñas soldado a la sociedad plantea uno de los mayores desafíos para excombatientes y para quienes buscan protegerlos, desde organizaciones no gubernamentales a gobiernos y a la comunidad internacional.
Falta financiamiento, y aunque los donantes son rápidos en responder a las emergencias, a menudo la reintgración cae en el área borrosa que existe entre la ayuda de emergencia y la asistencia al desarrollo.
"En Sierra Leona, donde trabajamos en hospitales de rehabilitación y en educación, para abrir escuelas a las que puedan asistir las niñas, mi mensaje fue: lleven bolígrafos y no armas", dijo Rima Salah, ex directora ejecutiva adjunta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), a IPS.
Pero la complejidad de reintegrar a excombatientes desafía las soluciones simples.
"Ningún niño o niña que haya sido soldado es realmente aceptado de regreso en la sociedad, pero para las niñas es peor cuando tienen hijos no deseados", producto de violaciones, explicó Akallo a IPS.
"El niño soldado puede volver a la escuela, capacitarse y desarrollar habilidades para la vida, pero para que una niña haga lo mismo tiene que pensar en sus hijos, conseguir a alguien que los cuide o quedarse en su casa", dijo.
"En el caso del varón, la gente puede olvidar que antes fue soldado, pero la niña camina con un hijo, lo que hace imposible olvidar su pasado.
El estigma la acompaña por siempre", agregó Akallo. Ella fundó una organización no gubernamental con sede en el norte de Uganda. Se llama Africanos Unidos por los Derechos de Mujeres, Niñas y Niños, y enfatiza la importancia de que los ex niños soldados sean reinsertados en sus comunidades.
Actualmente, esa entidad está en proceso de construir un centro de salud comunitario y un centro de atención psicológica, que buscará reconciliar a la comunidad.
La sociedad abre pocas puertas a estas niñas, que son consideradas "sucias", estigmatizadas por ser portadoras de VIH y aisladas en tanto madres de hijos nacidos de la guerra.
"Muchas recurren a la prostitución. Es posible que ya no sean niñas soldado, pero son obligadas a entregar su libertad una vez más", dijo Akallo.
Por Isabelle de Grave
Fuente:IPS