(JCR)
Desde Goma, en el Este de la República Democrática del Congo, he intentado seguir la visita de Benedicto XVI a Benin con bastantes dificultades, sobre todo por las lentísimas conexiones a Internet que tenemos aquí. Ayer por la noche, al abrir mi correo
El pero no se lo pongo por su contenido, que creo que es excelente. Lo único que espero es que no pase como con el Ecclesia in Africa –entregado por Juan Pablo II al episcopado africano en Nairobi en 1995- que, centrado en la imagen de la Iglesia como Familia de Dios entendida como familia africana extendida, fue poco aprovechado por las Iglesias de África. Durante los años que pasé en Uganda no recuerdo haber oído muchas referencias a él por parte de los obispos de ese país, ni mucho menos haber visto que el documento se convirtiera en punto de referencia para planes pastorales ni políticas diocesanas, ni nada parecido. Recuerdo haber oído a dos Nuncios en dos países africanos diferentes que pensaban que era una pena que la exhortación no hubiera sido aprovechada lo suficiente. Espero que los obispos y sacerdotes africanos no metan este documento en un cajón y se olviden de leerlo. Y que los que lo lean sean coherentes. Una de las imágenes que mas me dolió durante mis años en Uganda fue una foto de un obispo bendiciendo una nueva mansión del vice-presidente del país a orillas del lago Victoria, construcción que todo el mundo sabia que se habia edificado con dinero obtenido de desvío de fondos públicos.
Algo muy parecido se podría decir de los Lineamenta o documentos preparatorios del Sínodo Africano de 1994 y del de 2009, los cuales en bastantes países africanos jamas se dieron a conocer ni mucho menos a discutir a los cristianos de a pie en parroquias y comunidades diversas. Las conclusiones finales del último Sínodo Africano han sido muy bonitas y oportunas, pero han sido el resultado del trabajo de un grupo de expertos sin tener detrás la reflexión de los miles de comunidades católicas.
« Africa Munus » tiene muchísimo que ofrecer como reflexión y plan de acción a las diócesis africanas y al resto de la Iglesia. Ofrece un magistral programa de Justicia, Paz y Reconciliación, confirma la opción preferente por los pobres y exige que las victimas de guerras e injusticias vean satisfecho su derecho a la verdad y las justicia para que se purifique las memorias heridas. Durante estos días que veo en el Congo una campaña electoral basada en mentiras y en la que se evita cuidadosamente hablar de sanar las heridas de una guerra que ha costado cinco millones de muertos y de poner fin a la impunidad, creo que mensajes así deberían impulsar más a las Iglesias de los lugares donde se oprime a los débiles tan fácilmente a no dejar caer los brazos y comprometerse en serio.
Me gusta la visión africana de la vida que Benedicto XVI resume tan bien, hablando de la armonía entre el mundo visible y el invisible que comprende a los antepasados y la creación. Es importante lo que dice sobre las dos respuestas que necesita la plaga del SIDA : la médica y farmacéutica, por una parte, y la respuesta ética por otra. Aunque sigo echando en falta que se aborde un tema pastoral muy frecuente en África y que no se suele afrontar : el de las parejas discordantes, en las que uno de los miembros esta infectado de VIH y el otro no. Conozco más de un obispo africano que aconseja a sus fieles que viven en esta circunstancia a «hacer un uso responsable del preservativo», obispos que han tenido que recibir alguna advertencia por parte de la autoridad superior. En 2006 los obispos del AMECEA (África del Este) incluyeron un texto en sus conclusiones finales en el que invitaban a estas parejas a « hacer una decisión responsable », y cuando faltaban apenas dos horas para presentarlo a la prensa se vieron obligados por parte del Nuncio a eliminar ese párrafo.
Los números de Africa Munus que tienen una gran significación sobre la situación africana de hoy son demasiados para mencionarlos aquí. Creo que da una visión equilibrada y bien informada sobre las distintas situaciones del continente hoy : se defienden los derechos de refugiados y desplazados, se anima a que la Iglesia siga dialogando con las religiones tradicionales y con el Islam, a pesar de todas las dificultades e incluso situaciones de persecución, se anima a seguir por el camino de la inculturación, se clama contra la destrucción del medio ambiente por parte de compañías extranjeras, se pide que se respeten los derechos de la mujer ,de los niños, de los no nacidos, de los prisioneros… Echo en falta una mención al acaparamiento de tierras por parte de compañías extranjeras con la connivencia de gobernantes corruptos, uno de los problemas que están ahogando a África hoy y que esta dejando a muchos millones de personas en situación de empobrecimiento.
Me gusta también su segunda parte, en la que se traza un programa de acción para la Iglesia en África en distintos campos y se recuerda los deberes de todos los miembros. Cuando leo lo que dice a los obispos « vuestra autoridad moral viene de vuestra santidad de vida », « vuestro ministerio reclama vuestra presencia en la diócesis », « debéis ser modelos de transparencia económica », no puedo menos de recordar bastantes casos en los que muchos obispos han dado ejemplo de todo lo contrario y que han enturbiado el prestigio de la Iglesia en bastantes países africanos. Es importante que el Papa Ratzinger recuerde también que es indispensable la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia, materia que en muchos seminarios no se enseña (yo mismo estudie en un seminario en Kampala y doy fe de ello) y cuya ignorancia hace que una buena parte del clero africano evite involucrarse en situaciones de denuncia de injusticias que claman al cielo. Y me gusta que se recuerde que la Iglesia en África tiene mucho que contribuir a la nueva evangelización de los países fuertemente secularizados .
No en vano, como dice Benedicto XVI al final, Africa es “el pulmón espiritual de la humanidad”. El resto de la humanidad la necesitamos mucho. Yo mismo, cuando estoy en África, noto que respiro mejor.