Darme cuenta de que seguía colada por Jax fue un mal trago. Solo había formado parte de mi vida cinco semanas, hacía dos años. Pero ahora había vuelto. Se había entrometido en un acuerdo de negocios que me había costado mucho conseguir. Y, Dios mío, estaba guapísimo. Sus ojos eran de un marrón tan oscuro que parecían casi negros. Rodeados por densas pestañas, eran de una intensidad implacable. ¿De veras me habían parecido alguna vez dulces y tiernos? Jackson Rutledge no tenía nada de tierno. Era un hombre experimentado y cruel, hecho de una pasta muy dura. En ese momento comprendí cuánto deseaba desvelar el misterio de Jax. Tanto que no me importaba lo que fuera a costarme
120 páginas que se leen en un suspiro, no es que la historía sea una novedad ni nada por el estilo, solo que Sylvia Day la hace muy atractiva, pero vayamos por partes. Una pluma ágil es la que utiliza para poner al lector en contexto y en como Gia y Jax se conocieron, además no se centra solo en ellos dos, a su alrededor sobre todo en torno a Gia tenemos muchos tiburones que nadan y de los cuales no sabemos demasiado, y que quieren ganar.