Agatha Christie como síntoma (I)

Publicado el 27 septiembre 2018 por Josep2010


Sesenta y seis novelas y catorce colecciones de relatos cortos dedicadas todas esas letras a presentar aventuras de intriga -con mayor o menor gracia literaria- convirtieron en superventas cualquier edición en la que apareciera su nombre y como es lógico la industria del cine y la televisión aprovechó a conciencia las piezas fruto de la fecunda pluma de Agatha Christie llegando a fecha de hoy a 159 créditos en imdb contando algún futurible espantoso, varios productos interesantes y algunos verdaderamente sobrantes y estaba el otro día meditando sobre la circunstancia y me pareció que en relación a Agatha y sus versiones, adaptaciones y traiciones, el cine y la televisión han dado muestras de un devenir cuando menos interesante sobre el que podemos detenernos en cuatro recientes muestras.
Ahí va la primera:

Witness for the Prosecution (Testigo de cargo)(2016-2017) es fruto de la guionista Sarah Phelps acostumbrada a versionar novelas de fama y después de haber conseguido el favor de la audiencia con una versión de Diez Negritos (2015) que me pareció particularmente plúmbea y excesiva, el año pasado pudimos ver lo que la BBC, siempre dotada de excelentes medios, presentaba en el empeño de la inefable Sarah de detenerse frente a un clásico intentando ofrecer nuevos aspectos de inusitado interés.
Vano empeño. Aún contando con un buen elenco encabezado por Toby Jones y los buenísimos oficios artísticos de la BBC que recrea un tiempo pasado con su habitual brillantez y minuciosidad, el problema es un guión que no se sostiene por motivos evidentes, deudores de virtudes y defectos de una guionista incapaz de crear por sí misma un argumento que sustente ciento veinte minutos de metraje, porque para su desgracia ha pretendido partir de un relato corto de Agatha Christie, alrededor de treinta páginas que se leen de un tirón.
Sarah además parte con un grave inconveniente: hubo un excelente guionista que ya se ocupó de escribir el guión perfecto ¡hace medio siglo! para rodar una película de dos horas que muchos consideran una obra maestra, dejando pues un listón muy alto.
En este caso la dirección corresponde a Julian Jarrold quien abundando en el cúmulo de errores tergiversadores del original añade si cabe más lentitud con una cámara lastrada por una falta de energía que acaba por provocar somnolencia, en la mayoría de las ocasiones por detenerse en detalles que no vienen a cuento con la trama principal y que además intentando reforzar el rupturismo impuesto por la guionista acaban por resultar faltos de lógica en el conjunto.
Es una ocasión perdida, porque ése relato sólo se había llevado a la pantalla en media docena de ocasiones y quizás una empresa más humilde, menos pretenciosa, más ceñida al relato original, por ejemplo, hubiese dado lugar a un episodio de poco más de una hora que en televisión quedaría muy bien.
Las decisiones argumentales de Sarah Phelps al cambiar la personalidad del protagonista de Abogado de prestigio a uno que soborna carceleros para que le presenten posibles clientes a los que atiende en un tugurio insalubre; la relación entre Leonard Vole y la Srta. French -rejuvenecida ésta mucho hasta tomar los rasgos de una bella y madura Kim Cattrall, no lo bastante madura para el personaje- con tanto erotismo que no viene a cuento y contraría la posición de la doncella acusica Janet, que vista su señora debería estar acostumbrada y no escandalizarse por nada, amén de aportar datos poco trascendentes al curso de una añagaza que se desvelará al final, dan la sensación que en el conjunto hay mucha paja y poco grano, lo que podríamos definir como falta de sustancia, defecto que asola las pantallas actuales tanto del cine como de la televisión como es el caso.
No hay en este producto ni rastro del trabajo minucioso de construcción de personajes cincelados en letras inmarcesibles hace medio siglo: en el relato corto, Agatha apunta hechos, tramas, trampas, pero no se preocupa de perfilar mucho sus personajes, más allá de algún detalle peculiar luego explotado a conciencia por el gran Billy. Podríamos imaginar que quizás Agatha presentó catorce colecciones de relatos cortos como quien dice apuntes de futuras novelas a desarrollar que en manos de buenos guionistas como los hubo y no los hay pueden, todavía, dar lugar a interesantes películas.
Seamos optimistas: hace meses que Ben Affleck anunció su intención de perpetrar otra versión del mismo relato. Al loro.