Agatha Raisin anda por los cincuenta y poco, y a estas altura de su vida decide dejar el negocio de la publicidad y las relaciones públicas en Londres para retirarse- se lo ha ganado- a los Costwolds. Siempre lo había soñado y ahora, tras una dura vida intentando salir de la pobreza y labrándose sola su futuro, ha llegado el momento del descanso. O eso cree ella. La primera historia, que da comienzo a esta serie, es Agatha Raisin y al quiche letal. Conoceremos aquí a Agatha y realizamos con ella la mudanza. La verdad es que al principio cuesta un poco cogerle el punto a Agatha; se muestra un poco altanera, se da ciertos aires entre los nativos y se muestra de talante, digamos, un poco irritante e irritable. Todo es ir conociéndola. Todo cambio, adaptarse al nuevo lugar y a las gentes, al nuevo ritmo, cuesta además un poco. Agatha Raisin, después de admirar la belleza de la zona, de paseo va y paseo viene, de organizar y decorar su cottage, de alguna que otra reunión parroquial,... se aburre. Por suerte para ella y para desgracia de las pobres víctimas, algún que otro asesinato viene a entretener su ociosa vida y a darle la oportunidad de desarrollar su hasta ahora oculto talento detectivesco. En cuanto a la investigación, le dará la oportunidad de ir conociendo mejor a sus vecinos, ir entablando relaciones con ellos, conocer los entresijos de las relaciones, unas más claros que otras, que hay entre ellos e incluso hacer amistad con algún miembro de la policía local, como Bill Wong. La segunda historia, Agatha Raisin y el veterinario cruel parece que va de animalitos- no hay maltrato alguno, no os preocupéis- pero otra vez los amoríos y la ambición desenfrenada andan por medio, como casi siempre ocurre. Aquí Agatha, feliz ella, contará con el asesoramiento y compañía de un nuevo vecino, maduro y atractivo, que acaba de llegar- ya se dejaba asomar al final del título anterior- y Agatha, con sus gatos, va poco a poco encontrando su espacio y su sitio en Carsely y haciéndose una pequeña celebridad local. Estas dos historias (la segunda me resultó más divertida que la primera) son entretenidas, nada del otro mundo en cuanto a calidad, es verdad, pero sí con el encanto de la ambientación en esa región tan bonita de Inglaterra, la intriga de la investigación, la agudeza de los diálogos, y el humor que recorre cada una de sus páginas. Acaba cogiéndosele cierto cariño a Agatha, mal que le pese. Simple y ligero divertimento. Ni más, ni menos.