Salimos los dos con la misma sensación, la de haber visto una magnífica película, pero que no había conseguido borrar el recuerdo de aquel montaje interpretado por Amparo Baró, Sonsoles Benedicto, Carmen Machi, Irene Escolar, Alicia Borrachero, Antonio Gil, Gabriel Garbisu, Markos Marín, Miguel Palenzuela, Chema Ruiz, Clara Sanchis, Marina Seresesky y Abel Vitón, bajo la dirección de Gerardo Vera.
La película, que ha dirigido un para mí absolutamente desconocido John Wells (tiene un solo título cinematográfico, «The company men», y ha desarrollado su trabajo sobre todo en la televisión), cuenta con guión del propio Letts; me da la sensación de que ha podido trabajar con libertad, y sin mayores presiones de los productores, para reducir a dos horas un texto que en el teatro duraba prácticamente el doble. Letts ha condensado la historia a la perfección, y el filme reproduce con precisión el sofocante ambiente que envuelve la historia y las tensiones que la cruzan y la rodean. Sigue conmoviendo esa familia quebrada, llena de secretos y tinieblas, así sus personajes heridos y extraviados. Sin embargo, ninguno de los demoledores puñetazos en el estómago con que la obra golpeaba a los espectadores tiene para mí idéntica fuerza. También está mucho más tamizado el irónico y punzante humor que tiene el texto, y creo que se han empequeñecido los papeles de Jean Fordham y Johna, que en la obra tenían mayor presencia y relevancia.
La interpretación es, en líneas generales, extraordinaria. Meryl Streep y Julia Roberts no pueden ser dos actrices más distintas de Amparo Baró y Carmen Machi, pero sus duelos son igualmente efectivos. En Meryl Streep (reconozco, culpa mía, que es una actriz que nunca me ha llegado) me faltó, sin embargo, el punto sardónico, de vuelta de todo, que le daba la intérprete española a su personaje de Violett, y la expresión del dolor que le atormenta. Pero son dos cuestiones personales que en nada empequeñecen su extraordinario trabajo. El de Julia Roberts, una actriz magnética, es igualmente magnífico para darle angustia y desesperación a su desbordado y equilibrista papel. Me gustaron mucho, además, Sam Shepard, Julianne Nicholson y Benedict Cumberbatch. Una excelente película, que disfruté mucho... Pero nada, para mí, como el teatro. ¡Qué le voy a hacer!