Agota Kristóf: "Ayer". Novela corta

Publicado el 22 enero 2019 por Juancarlos53

La ensoñación, lo real, lo irreal, la escritura, la ficción, lo ficcionalizado, lo cierto, lo imaginado, lo falso, lo auténtico, lo verosímil, lo incierto, lo imposible... El tiempo, el tiempo, el tiempo..., siempre el tiempo: ayer, hoy, mañana. No hay tiempo, no existe el tiempo, sólo hay hoy, sólo hay presente..., pero siempre escribimos sobre el Ayer.

Agota Kristóf se pone traje de hombre, se mete en la piel de Sandor Lester, un exiliado húngaro que vive en Suiza y trabaja en una fábrica de relojes efectuando tareas rutinarias y repetitivas durante ocho horas diarias todos los días para tener derecho a un salario que apenas le permite otra cosa que comer y dormir para al día siguiente levantarse y poder acudir de nuevo a la tediosa tarea que para nada justifica su vida. Su vida sólo la justifica Lina. Lina es el Amor. Pero como en todo una cosa es la idea y otra muy distinta la plasmación real de la misma. Hay una Lina real que remite a Sandor a su vida auténtica, al pasado en Hungría, hijo huérfano de Esther, mujer de oficio antiquísimo y por lo mismo al tiempo querida y vilipendiada por todo el pueblo. El azar, el tiempo, la vida, harán que Sandor quince años después de abandonar su país vuelva a ver a Lina, su amiga de la escuela. Entiende entonces él que por fin su ideal amoroso se ha corporeizado en esta mujer, ahora ya casada y madre de una niña. Sí, parece que sí; pero la vida es indidiosa, hace sus barrabasadas, no entiende de altas emociones; la vida habla de ellas, sí, pero camina por la senda de la comodidad, de lo práctico, de lo trillado, de lo zafio, de la falta de empatía.

Hay en "Ayer" dos narraciones en cada uno de los siete capítulos que componen la novela. La primera de ellas se mueve en el terreno de lo imaginativo, lo fantasioso, lo onírico... En ésta aparecen animales y elementos simbólicos (el tigre, el pájaro abatido, el viento...) que participan en igualdad de condiciones con los seres humanos. Hay mucho de irracional en estos apartados que acaecen siempre bajo la lluvia, una lluvia pertinaz que todo lo anega y todo lo disuelve... Como sucede en los sueños, todo lo que aparece en ellos tiene a lo más un valor simbólico, cuando no ilógico, puro absurdo, surrealismo total.


Comienza la novela con una caída en el barro, una muerte aparente que lleva al protagonista del relato al hospital. Allí se repone durante unos días y en ese tiempo en su mente hay sueños, imágenes, y recuerdos, sobre todo recuerdos. En el fondo lo que es la novela es un inmenso flash back que viene a mostrarnos por qué Sandor Lester ha llegado a la situación en que se encuentra. El Amor tiene gran parte de culpa de lo que le sucede. Al tener un concepto tan alto del mismo, es imposible encontrarlo en la realidad; pese a ello la esperanzada espera de que llegue le permite sobrellevar la existencia.

En una interesante entrevista publicada en Babelia en 2007 la escritora llegaba a abominar de Como en el resto de sus novelas, en especial en la trilogíaLo que aparece en ""La analfabeta" [leer mi reseña ], su considerada obra autobiográfica que hasta ahora mismo yo tenía por la fuente más fidedigna para conocer a la autora. Pero no, parece decirnos Agota, yo me explico mucho mejor en la ficción; y en otras declaraciones suyas afirma que "Ayer" es su novela más autobiográfica. Sí, yo creo que lo es, pero siempre que entendamos que en todos los personajes hay algo de ella, aunque en ninguno esté Agota completamente. Así entendido es evidente que la vida vivida por la escritora nacida en Csikvánd, Hungría, el 30 de octubre de 1935, pero avecindada en Suiza hasta su muerte en 2011, la podemos visualizar en esta poética novela.
"Claus y Lucas", la dureza en las relaciones, la falta de sentimientos, el egoísmo, la pobreza, el clasismo..., también aparecen en "Ayer". Quizás hoy las condiciones en que habitan y viven los personajes de este relato puedan parecernos increíbles, exageradas por desconocidas afortunadamente para nosotros; habría que situarse en el contexto de 1956 cuando Hungría fue invadida por los tanques soviéticos y la represión, la cárcel, el exilio, la simulación y la mentira pasaron a ser parte de la vida cotidiana de las personas para comprender que la escritora húngara ni miente, ni exagera, simplemente expone.
Ayer" es la alienación del trabajo fabril que ella misma realizó durante años en una fábrica de relojes en Neuchâtel (Suiza). El trabajo era tan poco creativo, tan adocenador que ella se "evadía" del mismo a través de su mundo interior, de su imaginación. Decía que en silencio componía poemas en su cabeza, poemas que luego pasaba al papel en cuanto llegaba a su casa. De igual manera Sandor le dice a Lina que aspira a ser escritor y ella comenta:

"-¡Ya es difícil escribir en la propia lengua de uno, así que figúrate en otra lengua!
Yo digo:
-Lo intento, eso es todo. Que funcione o no, me da lo mismo.

[...]Ya no escribo en el idioma de aquí mis extravagantes historias, escribo poemas en mi lengua materna " (pág. 53)

Se percibe en estas palabras de Sandor Lester a la auténtica Agota. Pero del mismo modo vemos a la verdadera Agota Kristóf detrás de esta Lina que acompañada de su marido Koloman y de su pequeña hija ha abandonado el país y está viviendo en el extranjero, y trabajando en esta fábrica de relojes que detesta en lo más profundo de su ser. Sólo la imaginación, sus ensoñaciones, alguna pasajera aventura amorosa como la que mantiene con Sandor la mantiene en pie.

Junto a lo ajustadamente autobiográfico en en el mundo. Muchos son los personajes femeninos que surcan el relato: "Ayer" aparecen muhos otros elementos o asuntos que sin duda la autora ha podido vivir o sufrir en carne propia, aunque no necesariamente. Uno sería el de la función de la mujer Esther, Eva, Kati, Vera, Yolanda, Lina... Cada una de ellas representa un papel o simboliza una función: Esther, la sumisión al varón y amor materno; Eva, la avidez utilitaria del sexo; Vera, la ilusión; Lina, el egoista sentido práctico; Yolanda, la mujer que a falta de otra mejor (" se escoge una, y se usa ", pág. 29) sirve a Sandor para satisfacer sus necesidades de sexo y comida; etc. ... Todas ellas junto a sus maridos, amigos o amantes están en tierra hostil, son refugiados y por ende están en inferioridad de condiciones. Pero no por eso dejan de sufrir una doble o triple inferioridad pues al salir del trabajo deben de preparar la comida para el marido y atender a los hijos.

, Este tema es esencial en la novela. La mentira está en todas partes: en el emigrante que cuando vuelve de vacaciones a su país simula ante los suyos que todo le va divinamente cuando apenas si tiene un trozo de pan que llevarse a la boca (es el caso de , la nada que significa la existencia, el para qué vivimos. El protagonista de la novela me ha recordado en varios momentos a Sólo la idealización que tiene de , en algunos momentos. A
La falsedad y la mentira Jean), o el refugiado político que en contra de lo que predica no desea para nada retornar a su país (es el caso de Sandor Lester; y por correspondencia fue el caso de Agota Kristóf), o la mentira del amor en que vive Yolanda respecto a Sandor. Meursault, el personaje de la novela de Albert Camus Lina y el recuerdo del ayer vivido le sirve para sobrellevar la existencia. Y lo logra a través de la literatura, "El extranjero", que se muestra indiferente a la realidad por resultarle absurda e inabordable. " Pensaba que la vida no podía ser sino lo que era, es decir, nada " (pág. 22) Sandor le da lo mismo llegar a la fama, triunfar en el mundo literario, todo lo contrario que a Lina, que busca ser alguien en la vida, destacar
Otro asunto esencial en este relato es el del nihilismo
plasmando en textos sus imaginaciones, sus deseos irrealizables, sus ensoñaciones. Hay reflexión literaria, metaliteratura

"-¿Dices eso en serio, Sandor? ¿Que hay que ser un don nadie para ser escritor?
-Yo creo que sí.
-Yo creo que para convertirse en escritor hay que tener una gran cultura. Es preciso haber leído mucho y escrito mucho. Uno no se hace escritor de la noche a la mañana.
Yo digo:
-No tendré una gran cultura, pero he leído mucho y escrito mucho. Para ser escritor, sólo hace falta escribir. Por supuesto, suele ocurrir que no se tenga nada que decir. Y a veces, incluso cuando se tiene algo que decir, uno no sabe cómo decirlo.
" (pág. 59)

Utilizar la literatura para hacer literatura, reflexionar sobre el hecho de la creación y realizarlo precisamente construyendo una creación marca, sin duda alguna el paso de lo meramente conceptual a lo formal. Es quizás en el plano de la forma más que en el propio del contenido en el que
Agota Kristóf se eleva hasta regiones literarias estratosféricas. Muchos son los aspectos formales remarcables: Esencial es sin duda alguna la belleza poética que trasciende de su prosa. Estamos ante una prosa desnuda, esencial, que elimina todo lo superfluo quedándose, como sucede en la poesía, con lo mínimo, lo imprescindible. Este precedimiento de decantación, de depuración, da como resultado momentos de inigualable altura;

  • "Me voy a la calle para olvidar, me paseo como todo el mundo pero no hay nada en las calles, sólo gente, tiendas, es todo " (pág. 23)
  • "En mi imaginación, un camino pedregoso conduce al pájaro muerto. - Entiérrame -me pide y, en los ángulos de sus miembros rotos, los reproches se mueven cual gusanos " (pág. 34)
  • "La beso en las mejillas, en la frente, en los ojos, en el cuello, en la boca. Mis besos se mojan con la lluvia y las lágrimas " (pág. 62)
  • "Todas las noches, se embarcan entre las olas algunos días olvidados " (pág. 64)

Cercano y constitutivo del tono poético que tiene el relato está todo el simbolismo que contiene. La parte de ensoñación, de imaginación, de irracionalidad, que constituye la primera parte de cada uno de los siete capítulos está cargada de símbolos: el
tigre, el pájaro muerto, la lluvia, el viento, la luna...En general son símbolos de naturaleza que cobran valor y sentido dentro del onirismo que enmarca a estos primeros apartados de cada uno de los capítulos. De ellos el de la luna me ha recordado muchísimo a Federico García Lorca: " Estaban durmiendo. Él encima de ella. La luna los iluminaba a través de la ventana. Había luna llena. Una luna inmensa ." (pág. 20). En cierto sentido hay una contraposición entre este mundo imaginativo, onírico, de pesadilla, representado en estos animales y elementos de la naturaleza, -terrible, si, pero libre y auténtico-, y la ciudad falsa y artificial que todo lo falsea:

"Vete a la ciudad. Allí todavía hay luz. Una luz que hará palidecer tu rostro, una luz que se parece a la muerte. Vete allá adonde la gente es feliz porque no conoce el amor " (pág. 76)

Hay mucha literatura dentro de esta historia de amor y desarraigo, dentro de esta joyita de Agota Kristóf de tono muy autobiográfico. Como bien le dice Lina a Sandor para ser un buen "escritor hay que tener una gran cultura. Es preciso haber leído mucho y escrito mucho ". Y eso es, precisamente, lo que deja traslucir la escritora en esta novela tan hermosa. A las resonancias del Meursault de Camus ya comentadas se une en mi cabeza, quizás por pura deformación profesional, la que me recuerda a Lázaro de Tormes niño, concretamente cuando el pequeño Tobías Horvath ante el trasiego de hombres que había de continuo en su casa comenta lo siguiente para sí: "El pueblo estaba lleno de gente muy buena. Campesinos e hijos de campesinos venían siempre a nuestra casa y nos traían algo de comer " (pág. 18). En esta línea de reminiscencias literarias clásicas también quiero ver ese inexplicable -mejor sería decir, patético- sentido del decoro que le expone Lina a Sandor cuando rechaza sus propuestas de compromiso amoroso con estas palabras: "A tu madre la dejaron unos gitanos en la aldea. Unos ladrones, unos mendigos. Yo tengo unos padres honrados, cultivados, de buena familia " (pág. 61), o lo que es lo mismo, nuestro amor es imposible porque pertenecemos a distinta casta, a distinta clase. Patético es que los oprimidos hagan absurdos distingos entre ellos.


Para cerrar este capítulo de referencias literarias, y también cerrar la reseña, sólo me queda decir que la mismísima Agota Kristóf o mejor dicho, sus otras obras anteriores, resuenan en este "Ayer". No en balde además de refugiados, trabajos en fábricas anuladoras, moral personal y social cuestionables, varios de los personajes son hermanos; hermanos que como sucede en la trilogía "Claus y Lucas" no se comportan con amor y bondad entre ellos sino que más bien se fustigan, se castigan, son contrapunto unos de otros. Eso fue lo que vivió esta húngara exiliada cuya literatura es una constante confesión literaturizada de sus propias vivencias. Para ella el tiempo es un continuum, en su visión nihilista y existencial de la vida no hay más que presente, el Ayer es lo vivido, pero por lo mismo, por vivido, nos constituye:

"¿Mañana, ayer, qué quieren decir esas palabras? No existe sino el presente. Unas veces, nieva. Otras, llueve. Luego hay sol, viento. Todo eso es ahora"
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Esta novela fue comentada en la tertulia "más que palabras..." que mensualmente mantenemos unos cuantos amigos y confieso que dio muchísimo juego. Creo que es una estupenda lectura para grupos de lectura, clubs de lectura, tertulias literarias, o como quiera que queramos llamarlas.

Ayer (Modernos y Clásicos)