Agotamiento y vacaciones

Por José Mª Ruiz Garrido @laparejadegolpe
Estoy agotado. Se acabaron las vacaciones de Navidad, y los padawanes han vuelto al cole esta mañana. Comienzan las clases y los horarios fijos de nuevo. Y yo volveré a estar agotado. En ocasiones he comentado con la Maestra-Jedi esto que me pasa. Supongo que no soy el único, al menos eso espero. Cuando nos planteamos la organización que necesitábamos en casa, las mañanas iban a ser responsabilidad mía, y las tardes para ella. Así que cuando los pequeños empezaran a ir al colegio este curso, yo me vería en cierto modo más liberado, más descansado.
Pero no. Ahora el agotamiento es otro, distinto, pero sigo agotado. La diferencia es que ahora tengo horario. Horario fijo. Antes podíamos quedarnos pegados a las sábanas, podíamos empezar la jornada una hora antes, o una hora después. No teníamos prisa por desayunar o vestirnos. Ni para tener las tareas y la comida listas a tal hora. Antes pasaba toda la mañana con ellos, y acababa agotado, claro. Pero no estresado.
En diciembre estaba deseando que llegaran las vacaciones de los peques. Entre otras cosas, para volver a no tener horario. Y para volver a pasar tiempo con Luke y Leia. Porque los echo de menos. Estos días ha habido tiempo para todo, imagino que como en casi cualquier casa. Visitas a la familia, comidas y cenas, paseos, juegos en casa, fiestas –como mi cumpleaños–, y hasta pequeños viajes. El fin de año lo hemos pasado en Toledo, con parte de la familia, enganchados al Tito Kiko. Y luego los Reyes, los días más mágicos del año.
Así que hoy hemos vuelto a la rutina. Al estrés. Despertador, desayuno con prisa, y abrigo. Esta mañana hacía mucho frío, daba más pena todavía sacarlos de la cama. Reencuentro en la puerta del cole con los amigos, con las seños, y otra vez a la fila. Y yo otra vez a por mi café solo, y a tenerlo todo listo para cuando salgan en un par de horas. Para que luego lea uno o escuche comentarios, tips con cierta sorna, frases de Malasmadres. Bendita rutina, bendito descanso. Cosas de la –falta de– conciliación, supongo. Yo vuelvo a mi cansancio.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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