La suerte estaba echada y la expectación era máxima.
–El nueve… nueve. –El seis… seis.–El cero… cero.
–El seis... seis.
–Nueve mil seiscientos seis...
–Lo tengo, lo tengo… Lo tengo… ¡Dios mío! –exclamaba un hombre, mientras abrazaba a una señora en avanzadísimo estado de gestación– ¡Por fin, cariño! ¡Por fin, tenemos día y hora para tu cesárea!
Este microcuento es mi aportación a la segunda jornada de la convocatoria "La primavera de microrrelatos indignados 2013".