Agradecimientos

Por David Porcel

Hoy hemos celebrado la novena Olimpiada aragonesa de Filosofía, que ha reunido a más de un centenar de alumnos procedentes de múltiples centros de las tres provincias. Ahí no había redes, conexiones, timbres ni notas. Tampoco alumnos escapándose a los que expedientar ni interrupciones de explicaciones y demás inconvenientes. Unas aulas con sus puertas y ventanas, bien iluminadas, y tantos pupitres como alumnos confrontados con una serie de cuestiones y dilemas de actualidad. De actualidad. Sin apenas límite y un deseo sincero de dar forma a sus ideas, a lo que habrían preparado en la calidez del hogar, de sus sueños, o de sus aulas. Es lo que había. Poco más. Y el caso es que, a la espera de las valoraciones y resultados, también de los trabajos de Fotografía y Vídeo de sus compañeros, los chicos aguardaban con relativa impaciencia a comentar sus reflexiones a la salida. Y así lo hacían, con sus profesores siempre a su lado. Es verdad que este patrón, o este modo de proceder, no responde a las actuales políticas educativas de medición y clasificación según estándares, que si de competencia lingüística, digital, o yo qué sé en qué términos. Es verdad que este tipo de actividades nunca se enmarcarán en programas y proyectos de innovación educativa, ni falta que hace. Y es verdad que no habrá autoridad que se acerque y valore a los chavales, y a sus profes y organizadores. 

Sin embargo, que de el día de hoy todos nos hemos llevado un bello recuerdo, y quizá uno de esos que como llama en fuego prende para siempre, nadie nos lo quitará.

Gracias.