Revista Ciencia

Agricultura ecológica, neocolonialismo y chirimoyas

Publicado el 26 marzo 2012 por Jmmulet

Oficialmente el colonialismo ya se ha acabado, aunque todos sabemos que esto no es del todo cierto. Muchos países en vías de desarrollo siguen dependiendo comercialmente de sus antiguas potencias colonizadoras por medio de tratos poco ventajosos por los que ceden materias primas a precios de saldo y luego compran productos elaborados a precio de oro. En muchos casos la independencia y soberanía nacional es poco más que un formalismo. Este neocolonialismo afecta a muchos aspectos incluso a los más simpáticos y aparentemente más solidarios.
En el documental "la Pesadilla de Darwin" se especifica como los filetes de perca del Nilo que nutren nuestros supermercados tienen un oscuro origen. Robert Paalberg en "starved for science" ya alerta que para suministrar producción "ecológica" a la opulenta Europa o a Estados Unidos se utilizan métodos poco efectivos, pero aptos para obtener la certificación  y luego se exportan para beneficio de unos pocos terratenientes, en vez de optimizar la producción y destinarla para consumo local. Hace poco estuve en un seminario que ejemplificaba algunas de estas prácticas y lo sutil que puede ser este neocolonialismo.
El seminario describia los resultados de un proyecto de cooperación internacional financiado por la Unión Europea en el que participan grupos de investigación y ONGs (auqneu me chirría que puedan llamrse No Gubernamentales, pero financiarse con fondos públicos) y que está centrado en el cultivo del chirimoyo, árbol del que se obtiene la chirimoya. En España el cultivo es muy reciente. El 95% de la producción es de la misma variedad, Fino del Jete, lo que implica que su fondo genético es prácticamente inexistente. Uno de los objetivos del programa consiste en recuperar variedades locales de chirimoyo para almacenarlas en bancos de germoplasma y tener más fondo genético, a la vez, al ser un proyecto de cooperación, promover la agricultura y el desarrollo local, pero en base al cultivo ecológico, palabra mágica que ayuda a conseguir financiación, sobre todo si es de la Unión Europea y hay implicadas ONGs.

Agricultura ecológica, neocolonialismo y chirimoyas.

Las chirimoyas de la discordia


Independientemente de los excelentes resultados científicos y de que el proyecto posiblemente sirva para promover el desarrollo local, la coletilla de "ecológico" obliga a hacer cosas "peculiares". Una es que se incide en que los agricultores cultiven un mínimo de tres variedades diferentes, lo que se llama conservación del patrimonio genético "in farm", esto suena bien y puede funcionar, siempre y cuando al agricultor le compren las tres variedades. El problema es que puede pasar que una tenga más aceptación que las otras dos y que solo le pueda dar salida comercial a esta, con la consiguiente merma en sus ingresos. Consideranto que de cualquier especie cultivada existen cientos o miles de accesiones (entradas en un banco de germoplasma) entre cultivar una o tres, tampoco es que el señor vaya a solucionar nada. De todas formas, la principal crítica sería que consejos vendemos que para nosotros no tenemos. A los agricultores españoles no les decimos que variedades tienen que sembrar ni les decimos que mantengan varias por tema de la diversidad genética (insisto, en España solo se cultiva una, que es la que pide el mercado) y se lo pedimos a un pequeño productor, que lo que puede hacer es poco menos que testimonial. ¿No sería mejor que le ofrezcamos las herramientas, pero que escoja el mejor modo de ganarse la vida? Con ello conseguirá su independencia y su desarrollo. Para conservar la diversidad genética están los bancos de germoplasma y los institutos de investigación agraria. Estas actitudes, que admito, están cargadas de esas buenas intenciones que llevan al infierno. Me recuerda a cuando les decimos a los paises tropicales que deben conservar la selva, que no tienen que explotar sus recursos naturales ni emitir CO2, cuando los paises desarrollados llevamos dos siglos cargándonos todos los bosques primarios, contaminando todo lo que hemos querido y emitiendo gases de efecto invernadero.
Seguimos con las peculiaridades: la principal plaga de los chirimoyos es la mosca mediteranea de la fruta, la Ceratitis capitata, un regalo envenenado de la colonización española. En España es una plaga importante, pero tenemos estrategias utiles para combatirla como los machos estériles por irradiación o los insecticidas que imitan a feromonas y bloquean su desarrollo. Pero claro, al ser un proyecto basado en agricultura ecológica, no se pueden utilizar, por que las chirimoyas no podrían catalogarse como de producción ecológica en Europa. Y esto es lo más curioso. En Ecuador no hay normativa de producción ecológica y las chirimoyas están dirigidas al comercio local, pero como es dinero europeo, hay que actuar segun la directiva europea de producción ecológica, es decir, hay que aplicar una normativa extranjera que no tiene valor en el país, pero si no, no hay subvención  ¿surrealista? Para controlar la mosca lo primero que intentaron fue el insecticida utilizado en agricultura ecológica, el "Espinosad". Problema, es natural, pero muy malo debido a su baja especificidad. El chirimoyo se poliniza por acción de un insecto y el espinosad se lo carga (ecológicamente, eso si). Si el espinosad se carga al polinizador la flor no se poliniza, no hace fruto y se pierde la producción. La alternativa fue envolver las flores con plástico, factible por ser explotaciones pequeñas, pero método trabajoso y contaminante por el uso de plástico... no obstante autorizado en producción ecológica. Recapitulando: en España se cultiva una única variedad de chirimoyo (la que es rentable) y tenemos métodos efectivos para la mosca, pero por cuestiones "ecológicas" en Ecuador hay que mantener varias variedades y utilizar métodos poco efectivos de control de plagas. ¿Veis ya lo del colonialismo?

Agricultura ecológica, neocolonialismo y chirimoyas.

Tratando de matar moscas a cañonazos (ecológicos)


Dicho esto, el proyecto me parece interesante, aunque critico alguno de los aspectos "ecológicos" desde la comprensión que ayudan a conseguir financiación, sobre todo si es un tema de cooperación internacional. Recuperar diversidad genética es clave para el desarrollo de nuevas variedades y la cooperación con los agricultores locales fundamental para su autonomía. Uno de los resultados fue que como parte del proyecto implementaron técnicas de poda e injerto, bastante desconocidas y que sirvieron para aumentar la calidad y productividad... aunque me chirría que haya que venir de España para enseñarles a podar, seguro que en Ecuador tienen agrónomos que saben hacerlo y ahorramos las emisiones de CO2 de los viajes de una lado para otro.
Otro aspecto interesante es que el chirimoyo se utiliza para dar sombra en el cultivo del café "ecológico" destinado al mercado americano, con lo que aplicaron los injertos para hacer estas variedades productivas y sacar un beneficio adicional. Curiosidades, la diferencia de precio que le pagan al agricultor por el quintal (46Kg) de café ecológico respecto al convencional es de 2 céntimos, muy diferente del precio que encuentra el consumidor americano en cualquier tienda de productos ecológicos de Washington o San Francisco. Si existe un comercio justo, desde luego no es el del café ecológico.
Un último detalle del proyecto que a mi me pareció el que justificaba todo lo demás. Ya en España estaban tratando de desarrollar variedades libres de pepitas, que son las que de verdad demanda el mercado y poner a punto métodos para conseguir chirimoyas transgénicas, que sería la forma más directa de conseguir nuevas variedades más eficientes. Esto último lo tendría complicado para conseguir el sello ecológico.
PD: recuerdo que el miércoles 28 de marzo estaré en Vitoria hablando de agricultura sostenible, cambio climático y transgénicos. Compartir 


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