Agua Amarga, lugar tranquilo y sosegado, es una de ellas.
En este antiguo pueblo de pescadores aún se conserva un cálido y confortante ambiente.
Todavía es posible olvidarse del reloj y pasear a la orilla de limpias calas que se pierden en el infinito horizonte.
A pesar de la invasión turística, que en todo caso no es exagerada, esta localidad almeriense conserva aún su arquitectura típica de limpísimas fachadas, tan inmaculadas como la claridad de sus aguas.
La mismísima cala del pueblo, de unos 800 metros es un buen comienzo para iniciar un periplo por playas y calas de gran belleza.
Agua Amarga, al igual que sus vecinas, San José, Carboneras o Las Negras han sido testigos del paso de las centurias.
Muestra de ello son los restos de una antigua fortaleza, que debió ser en otro tiempo majestuosa.
Un viaje para disfrutar por entero de la magia del mar.