Agua con gas, ese invento del demonio

Publicado el 18 junio 2018 por Molinos @molinos1282

Cuando tienes mucha sed, cuando te duele la cabeza, cuando te estás mareando, cuando tienes los pies hinchados, cuando estás asqueroso de mugre o apestando a sudor, cuando no puedes más de sueño, cuando vas a parir en una película, cuando te da por tener plantas en casa porque dan alegría de vivir, cuando tienes el pelo mugriento, cuando tienes fiebre, cuando quieres escupir en el dentista, cuando quieres limpiar, cuando tu bebé ha desbordado la capacidad del pañal más eficaz del mercado, cuando quieres refrescarte después de...,  cuando quieres darte un festín de macarrones, cuando quieres ponerte una copa que te reconcilie con el día de mierda que has tenido... ¿qué necesitas? Agua. Sin sabor, sin olor, sin gas. Agua. 
Nada de todo eso se puede hacer con agua con gas. Nada. ¿Por qué? Porque el agua con gas es medicina. 
¿Quién bebe agua con gas? Y ¿por qué la bebe? La mejor y más adicta bebedora de agua con gas que conozco es mi ex suegra, una señora maravillosa a la que cuando propones cualquier plan su respuesta es siempre: «si hay vino blanco y cerveza fría, me apunto». Tiene casi ochenta años y jamás bebe agua, como mucho cuando se siente «pesada», bebe agua con gas. ¿Por qué? Ella misma lo dice «porque no es agua» 
El agua con gas es un invento del demonio creado por alguien que se creyó Dios, que quiso mejorar la perfección, cuadrar el círculo, volar a tocar el Sol pero que no quiso ser gaseosa porque le pareció vulgar. Lo alucinante es que encontró nicho de mercado y se vende. Aún hay más, conozco gente que sabe distinguir una de otra y que encuentra maravillosa un agua con gas francesa, exquisita una alemana y «francamente asquerosa» una de marca italiana. El agua con gas es una creída pero la gente que la bebe, o por lo menos la que yo conozco, es gente bastante divertida. Se saben raros, peculiares, absurdos y no lo ocultan. Parecen señoras inglesas con casas llenas de barbies con la cara de Lady Di: «ya sé que esto es una estupidez pero me encanta». Los del agua con gas son así, excéntricos divertidos con una adicción muy tonta a una medicina. 
—Tengo sed. Quiero agua.—¿Con gas o sin gas?—¿Cuánto tiempo llevamos juntos? Lo haces para hacerme rabiar, ¿no? —Ja. Por supuesto. 
El agua con gas no es agua, es medicina. Es gaseosa con ínfulas.